lunes, 13 de agosto de 2012

Capítulo {139} : " Besos, besos, besos."


|| Narra Naira ||
Escuché la puerta cerrarse y me dejé caer en la cama, conté hasta diez… quizás veinte. Aunque sabía que eso no me iba a ayudar, a lo mejor debía contar hasta cien… o tal vez no.
No sabía que debería decirle a Luis, tampoco sabía que era lo que tenía que decirle. Pero cuando antes lo hiciera, antes me lo quitaba de encima… ¿no? Solté un bufido.
Me levanté de la cama y salí de la habitación, cuando lo hice me topé con un cuerpo grande, pero musculoso, oprimí un pequeño grito de sorpresa cuando las manos del individuo se posaron en mis caderas y las mías en su pecho, debido al impacto, subí la mirada y contuve el aliento hasta que me di cuenta de que se trataba de Luis, suspiré y lo miré con ojos acusadores.
-Oye, me has asustado – le sonreí. Pero mi sonrisa desapareció al ver su rostro. Inescrutable. Me soltó bruscamente y puso distancia entre nosotros.
-¿Ya has terminado? – sentí su mirada pasearse por la habitación y posarse en mi rostro de nuevo – ¿Ya podemos hablar o...?
-No vamos a hablar aquí – él puso los ojos en blanco – ¿Quieres entrar? – sentí su mirada sobre mi cuerpo y luego una carcajada salió de su boca, alce mis cejas mientras lo observaba atentamente. Esto no iba a ser fácil. No, no iba a ser nada fácil.
-Prefiero que no, vamos a mi dormitorio mejor.
Sus ojos se clavaron en los míos, y yo bufé, ¿Qué esperaba encontrarse con cinco condones abiertos en el suelo? Me retuvo la mirada y abrí la boca para rechistar pero cuando se dio la vuelta hacia su habitación, supe que no esperaba ninguna respuesta. O iba o iba. Lo seguí hasta su habitación en silencio, sin decir una palabra abrió la puerta y la dejó abierta para que entrara, suspiré y la cerré a mis espaldas. Silencio. ¡Qué incomodo silencio! Se sentó en la cama. Lo miré, buscando las palabras exactas para decir, el camino adecuado por el que guiar esta conversación, pero al parecer, él tenía otros planes.
-Te has estado acostado con él, ¿verdad? – fruncí el ceño.
-¿Porqué debería de dar explicaciones sobre con quien me acuesto o con quien no? No es por eso por lo que estoy aquí.
-Si vas a intentar convencerme de que es un buen chico, y de que te quiere, mejor ahórratelo. No quiero escucharlo – se encogió de hombros – ¿Qué es lo que piensas hacer cuando esto termine? Tu primo ya se ha curado. Pero tu sigues aquí – cerré lo ojos y cogí aire profundamente. No quería comenzar a decir barbaridades.
-Luis… – sacudió su cabeza, interrumpiéndome. Tenía razón. Yo había jurado que cuando mi primo se recuperara y yo tuviera el suficiente dinero para pagar su recuperación, todo esto terminaría. Volvería a mi vida normal, suspiré y el continuó.
-¿Qué es lo que piensas hacer? ¿Quedarte aquí para siempre? ¿Irte a vivir con él, casarte y tener hijos? – río sin gracia, porque de echo, no la tenía.
-Haré lo que yo quiera, no lo que tú me digas. No tengo porqué pensar en eso ahora. Si me caso, me encargaré de que te llegue la invitación – musité y abrí la manilla de la puerta, sabía que no estaba siendo honesta, pero él no estaba siendo justo conmigo.
Lo escuché justo detrás de mí y mi corazón me dio un vuelco.
-Podría darte mucho mas de lo que él te da – casi susurró, yo apreté mis ojos con fuerza – Yo nunca te haría daño, Naira. Podríamos tener una vida normal y corriente, todo sería acerca de tú, no acerca de él como es ahora, tú serías mi protagonista.
Me giré, para encontrarme con sus ojos observándome, ¿Pero que coño acababa de decir? sacudí mi cabeza, intentando borrar esas palabras de mi mente, relajarme y no comenzar a dejar salir barbaridades de mi boca, pero... salieron sin más.
-¿A que viene esto ahora? ¡Nunca te has interesado por mí, maldita sea! ¡Siempre me has rechazado! Siempre tenías una buena excusa para no salir conmigo, que si mi padre... que si la edad... que si esto, que si lo otro. Tú no sientes nada por mí.
Lo único que quieres es controlarme, y tienes esa estúpida idea de que me protegerás si me voy de aquí contigo. ¿Y luego qué? ¿Me darás largas otra vez, como siempre? Presumes que nunca me harías daño, pero de hecho ya lo hiciste. Sabías lo que sentía por ti, y me convenciste de que mis sentimientos no eran correspondidos – me encogí de hombros – Lo siento, pero ya lo superé hace mucho tiempo.
-¡Lo único que quiero es que no vuelva a hacerte daño! ¿Como sabes que no lo volverá a hacer? – gritó desesperado.
-Pues... ¡no lo sé! , ni tu tampoco. Pero voy a quedarme, porque le quiero, y tú deberías entenderme. Ambos sabemos que tú no me quieres como dices, lo único que no quieres es que esté con el. No pienso jugar al perro del hortelano contigo. ¿Enserio, crees que diciéndome que me quieres, conseguirás que lo deje?
- No creo que pueda hacerte cambiar de opinión, por eso me voy. No me veo capaz de estar aquí, viéndote con él – musitó casi inaudible, lo miré fijamente y supe que no era esa la única razón por la que se marchaba. ¿Estaría él de verdad enamorado de mí?
Él había sido muy importante a lo largo de mi vida, pero sin embargo ahora, estaba mas que dispuesta a dejarlo ir.
- Pues espero que tengas buen viaje, Luis.
Eso fue lo único que salió de mi boca, antes de mirarle por última vez y darme la vuelta hasta ponerme en marcha hacia mi cuarto. Se supone que esto debería hacerme daño... ¿o no?
¿Sería cierto que Justin me eclipsaba? Cerré los ojos con fuerza mientras entraba en mi cuarto y me apoyé en la puerta, deseando que todo esto desapareciera. No sabía lo que sentía, oh bueno, si que lo sabía. No sentía... ¿nada? ¿Como no podía sentir nada más que lastima tras que Luis se fuera? ¿Qué era lo que había cambiado? Aunque me doliera admitirlo, Luis tenía razón. ¿Qué iba a hacer después de todo esto? Sabía que tenía dinero suficiente para vivir el resto de mi vida, pero... ¿Era eso lo que quería? ¿Quería ganarme la vida así? ¿Y que pasaba con todos mis planes de futuro? ¿Qué sería de mi vida, ahora que conocí a Justin y me enamoré de él? Analicé las palabras que Luis me dijo: "¿Qué es lo que piensas hacer? ¿Quedarte aquí para siempre? ¿Irte a vivir con él, casarte y tener hijos?". ¿Era eso lo que yo quería? ¿Esto que teníamos llegaría a alguna parte en un futuro? Solté un grito de frustración ante todas las preguntas sin respuesta. Por una parte sabía que no debería preocuparme. Aún quedaba mucho tiempo… Aunque quizás esto no fuera más que un amor adolescente, quizás llegaría la hora de separarnos e ir por caminos distintos... Aunque una parte de mi corazón, se encogía solo de pensar lo que supondría separarme de Justin, sabía de sobra que nunca encontraría a nadie como él. ¿O era solo una suposición?¿Quien era el que hablaba, mi corazón y todas las cosas que Justin le causa, o la razón, en lo que debería pensar en un futuro? Gruñí y me puse boca abajo, tapando mi cara con la almohada. No pude evitar comenzar a sollozar como una niña pequeña. Siempre había tenido claro lo que iba a hacer con mi vida, pero ahora, que todo se había desviado, ¿Qué era lo que debería hacer? Volver a encarrilar en mi vida... ¿dejándolo ir?
Volví a sollozar mientras pensaba en el preciso momento en el que mi vida se había complicado tanto, tan rápido, casi sin darme cuenta. ¿Por qué Luis tenía que comportarse así? ¿Por qué tenía que quererme ahora cuando yo lo había querido toda mi vida y me había rechazado completamente? ¿O no me quería? ¿O lo único que quería era alejarme de Justin? Si eso era cierto, debería sentirme engañada... o al menos dolida. Pero lo único que me preocupaba ahora mismo era tener que dejar a Justin algún día. Todo mi mundo se reducía a Justin, ¿era eso bueno? Sentí mi móvil vibrar en el bolsillo trasero del pantalón.
Me puse bocarriba y me sequé las lágrimas con las palmas de las manos mientras cogía el teléfono de mis pantalones.
Un mensaje de Justin.
• ¿Donde estás, bonita?
Tecleé rápidamente, sin tan siquiera darme cuenta de que sonreía, como una auténtica tonta, sin darme cuenta de que aún pequeñas lagrimas cristalinas se deslizaban por mis mejillas.
• ¿No deberías estar preparando tus cosas?
Esperé impaciente su respuesta, deseando que no fuera un "nos vemos luego". El móvil no tardó en vibrar en mis manos.
• ¿Y tú no deberías estar en mis brazos? Te doy diez minutos. Bueno, mejor cinco. Que te extraño, preciosa.
Solté una risa tonta antes de morderme el labio y levantarme como un resorte de la cama. Ni si quiera pensé cambiarme de ropa, en realidad en lo que único que pensaba era en él.
Cerré la puerta tras de mí, y miré a mi alrededor. Pensé que en realidad no debería ir, acababa de perder un amigo de toda la vida, y aun así lo único que me importaba era ir corriendo a sus brazos para perderme en su mirada y en sus caricias. ¿De verdad esto podía hacerme bien? O quizás estaba dejando pasar pequeñas pero importantes cosas de mí vida, de las que después me arrepentiría no haber echo, o ¿Quizás no? En eso Luis tenía razón, Justin era el protagonista, mi protagonista. Cuando él estaba cerca, todo se trataba de él. Me dije a mi misma que lo mejor era quedarme en mi habitación, pero me vi a mi misma corriendo hacia la suya. Literalmente corriendo, ya que me vi a misma delante de la puerta de su habitación en cuestión de segundos, donde toque varias veces despacito pero impacientemente y esperé de la misma forma. Sentí pasos llegar hasta la puerta, y cuando está se abrió, un ángel caído del cielo pareció aparecer para observarme. Justin estaba sin camisa, con su pelo totalmente despeinado y aún con pantalones vaqueros que tenía anteriormente. Mi mirada subió hacia sus ojos y una sonrisa asomó por sus labios, suspiré como una niña cuando estiró su mano hacia mí, cuando sus dedos acariciaron mi piel.
- ¿Qué se le ofrece por aquí, linda señorita? – sonreí a la vez que me apoyaba en la puerta, aún con sus dedos acariciándome, casi me era imposible pensar.
- Estoy buscando a mi novio, ¿lo has visto por aquí? – entrelazó sus dedos con los míos y me acercó a su cuerpo.
- No lo he visto, pero por ti sería quien tú quisieras que fuera – sonreí y me atrajo aún mas contra su cuerpo, lo suficiente como para meterme en la habitación y cerrar la puerta detrás de mí.
Sentí sus manos acariciar mi cadera antes de subir por mis brazos y obligarme a deslizar mis manos por su cuello. Mis ojos se encontraron con los suyos y una ráfaga de alivio recorrió mi cuerpo, de repente nada mas me preocupaba que seguir sintiendo sus caricias en mi cuerpo, su mirada sobre mí. Y otra vez me preguntaba, si eso era bueno para mí. ¿Se sentiría el igual cuando yo estaba cerca? ¿O era yo que me había obsesionado con el tenerlo cerca? ¿Con sentirlo siempre? Me percaté de mi ceño fruncido cuando Justin pasó un dedo por ahí, relajando la zona bajo su tacto, sonrió ligeramente.
- Algo huele a quemado, supongo que es tu cabeza por tanto pensar – musitó divertido antes de besarme la mejilla – ¿Como te fue con Luis, eh? ¿Es eso lo que te preocupa, cariño? – Mi cuerpo se estremeció bajo sus labios y sacudí mi cabeza.
- Cogerá un avión a España cuando nosotros nos marchemos de aquí, ¿por cierto, cuando será? ni si quiera tengo las maletas preparadas... – sus ojos sobre los míos me obligaron a parar.
- ¿Quieres contarme lo que ha pasado? – preguntó alejándome de su cuerpo, para mirarme bien a los ojos. Cogí aire antes de enfrentarme a su mirada y a todo lo que eso conllevaba.
¿Quería hablarlo? Por supuesto que no. La marcha de Luis, parecía algo sin importancia. Sacudí la cabeza y me acerqué de nuevo a su cuerpo, como si pudiera leer mis pensamientos me estrechó entre sus brazos, trasmitiéndome su calor.
- No quiero hablar de ello, solo... solo quiero estar contigo – casi me escondí entre sus brazos y sentí como besó mi cabello.
- Me encanta esa idea, pero antes dime que es lo que te preocupa, sé que algo te preocupa y quiero saber que es.
- ¿Necesitas una razón para abrazarme todo el día?
- No, necesito una razón para saber que es lo que ronda por tu cabeza, ocupando el lugar en el que debería estar yo.
Sus manos se perdieron entre mis cabellos, mientras me guiaba hacia la cama. Une vez allí, se tumbó en la cama, invitándome a tumbarme a su lado. Y así lo hice. Me tumbé junto a su cuerpo caliente, mi cabeza se apoyó en su brazo y una de sus manos se deslizó por la curva de mi cintura, y sus ojos acompañaban su recorrido, sentí una de sus piernas enredándose entre las mías, y a continuación sus ojos buscando los míos. Así a escasos centímetros de sus labios, en lo único que podía pensar era en besarlos.
- No tengo dudas de que me quieres Justin, tampoco tengo dudas de que cuando tú estás, no me importa nada más, no voy a irme a ningún lugar que no sea estar contigo, poder besarte y acariciarte, poder escucharte decirme “te amo” siempre que quieras.Ni si quiera una amistad de toda la vida ha podido convencerme de que tal vez sea verdad que me eclipsas, y que a lo mejor debería pensar un poco mas allá del ahora, del momento. ¿Y si me dejo llevar y me despierto un día, viendo todas las cosas que me he perdido, por estar aquí?
Sentí los ojos de Justin pasear de mis ojos a mis labios, intentando observar mis expresiones mientras hablaba tan rápido que temía que no pudiera entenderme. Su mano subió por mi hombro hasta mi mejilla, mi piel se estremeció bajo su tacto, como de costumbre, y sus ojos se clavaron en los míos de nuevo.
- ¿Eso es lo que te preocupa? ¿Qué no puedas hacer todo lo que tenías pensado hacer, por estar conmigo? – preguntó sin ninguna pizca de sorpresa en su voz – ¿Solo eso?
- ¿Solo? ¡es lo que único que me preocupa realmente, si… – no pude terminar de hablar, puesto que sus labios me lo impidieron. Lo sentí sonreír entre mis labios y pegar su pecho contra el mio. Sentí los latidos de su corazón, y en ese momento, odié todo lo que se interpusiera entre nuestros cuerpos. Contando mi propia ropa.
- Eres tan hermosa. No sabes cuánto… – fruncí el ceño ante sus palabras. ¿Eso era todo? ¿Era un tema tan complicado para mí y él solo decía que yo era hermosa? Bufé.
- Justin… – murmuré intentando incorporarme pero él sacudió su cabeza, y se acercó aún mas cerca de mí, sonriendo como si de un niño con un caramelo se tratara – Tengo miedo. Eso es lo que me pasa, tengo miedo de todo esto. De no haberme dado cuenta de lo rápido que ha cambiado mi vida. He venido aquí, para que me dieras una solución ¿y tú lo único que me dices es que soy hermosa? ¿¡Enserio?! ¿Cómo puedes… – Sentí sus labios entre los míos una vez más y me separé – ¡Justin! ¡ déjame de besarme y hazme caso de una vez!
- Te amo. Dios te amo tanto. Pensaba que ibas a dejarme, pensaba que ya no querrías estar conmigo, fue la hora mas larga de mi vida, ¿y tú llegas y me dices que tienes miedo de despertarte un día y pensar en lo que te has perdido? Es tu vida Naira, yo solo formo parte de ella. Tengo que adaptarme a sus cambios y no al revés. No temas por que eso pueda pasarte algún día, yo no dejaría que eso sucediera.
Fruncí el ceño ante sus palabras, ¿estaba bromeando? ¿O es que quizás yo había echo un mundo de algo tan pequeño? Miré sus ojos una vez más y me senté en la cama.
- Pero… ¿y después de esto? ¿Qué va a pasar cuando esto termine?
Esta vez sentí sus brazos envolviendo mi cuerpo, y me tranquilicé inmediato.
- Lo que tú quieras que pase, cariño. Si quieres irte a vivir a China, si quieres estudiar para ser medico, juez, como si quieres ser astronauta, yo estaré contigo. Sé que este mundo no es para ti y sé que tienes planes para tu futuro, y no te pido nada más, si no que tu mundo tenga un huequito para mí, hasta que tú me dejes formar parte de ti.Y espero que sea por un muy muy largo tiempo, de verdad lo espero.
Llena de amor. Así me sentí ante sus palabras. Lo miré a los ojos una vez más antes de tirarme, literalmente a sus brazos y quedar tumbados en la cama, sus manos se deslizaron por mi cintura apretándome contra su cuerpo cuando mis labios se perdieron entre los suyos. Lo sentí sonreír entre mis labios y le dio un pequeño mordisquito a mi labio inferior, antes de pasar una mano en mi nuca, y atraerme a su boca de nuevo.
- No sé si ahora mismo lo que habla es el adolescente que hay en mí, la dolorida erección que tengo entre las piernas, o esto que siento en mi pecho, que parece avisarme que se me saldrá el corazón en cualquier momento, pero Dios Naira. Te voy a recordar siempre.
- ¿Me recordarás incluso cuando tengas mujer e hijos correteando por el jardín? – lo sentí sonreír entre mis labios, y asintió ligeramente, rozando mi nariz con la suya.
- Si mis planes salen bien, te recordaré en mi boda, en mi luna de miel, en el nacimiento de mi primer hijo, de mi segundo, de mi tercero… – lo sentí sonreír entre mis labios.
- Justin…
- Cállate y dame un beso. O quizás necesite dos. O quizás mas de dos. Pero dámelos. Ya.
Solté una carcajada, una de las grandes y él sonrió para volver a posar sus labios sobre los míos. Besos. Besos. Besos. Miles de ellos. Besos húmedos. Besos inocentes. Besos que gritaban “te amo” en cada movimiento. Y besos que tenían tantas promesas de futuro que incluso me daban ganas de temblar. Pero besos, besos que me hacían querer más... y más… y más…

No hay comentarios:

Publicar un comentario