domingo, 7 de octubre de 2012

Capítulo 141 : el peor cumpleaños de mi vida.


|| Narra Naira ||
Estoy tan enfadada ahora mismo, ¿Cómo se ha podido olvidar de mi cumpleaños? No es que quisiera una fiesta por todo lo alto ni mucho menos… pero que se acordara tampoco estaría mal. Me siento en la cama, pensado deliradamente. A lo mejor no es cierto. Mi teléfono móvil vibra entre mis manos y lo miro rápidamente. Un mensaje de Justin.
Querida Naira,
Espero que se te haya pasado el enfado de esta mañana.
Cree que me gustaría haberme quedado en la cama contigo… mucho. Pero el deber me llama. He tenido que coger un avión urgente hacía Florida. Estaré de vuelta el lunes.
Te quiero mucho. Justin.
Tiro el móvil a la cama, y pongo las manos sobre mi cabeza. No solo no va a volver para mi cumpleaños, si no que no lo veré hasta el día siguiente del mismo. ¿Podría esto ponerse aún peor? Respiro profundamente y me tumbo en la cama. Intentado relajarme y pensar que todo va a ir bien. Me acurruco en el lado de Justin y mientras pongo mi cabeza en su almohada su olor inunda mis sentidos y se forma un nudo en mi garganta. Sonrió tristemente… Oh Justin, ¿porqué has tenido que olvidarlo? Pienso mientras lentamente caigo en los brazos de Morfeo.
Me despierta mi móvil vibrando en la cama, me frotó los ojos antes de estirar mi mano y cogerlo entre quejidos. Miro la hora, son las tres y media de la mañana y lo primero que me viene a la mente es que ya es mi cumpleaños. Y estoy aquí. Sola. Reprimo un sollozo que sale de mi garganta y pongo toda mi atención en la pantalla de mi teléfono.
Tengo once llamadas pérdidas de Justin y casi la misma cantidad de mensajes… me está llamando en este mismo instante. Me siento en la cama, mientras decido si cogerlo o no.
Oh, pues claro que no voy a hacerlo. Cuelgo y me acurruco de nuevo entre las sábanas de seda mientras pongo mi móvil en silencio. Un poco de sufrimiento no le hará daño. Me voy a mi bandeja de entrada y comienzo a leer los mensajes que me ha mandado.
El primero es a media noche.
“Parece que estás realmente enfadada si ni si quiera contestas a mis mensajes. No me tomara mucho tiempo el estar ahí. Podría mandar a alguien a recogerte si así lo deseas. Pero no me ignores… por favor.”
El otro es solo media hora mas tarde.
“Sé que hay un cambio de horario de Los Ángeles hasta Florida, ¿pero podrías por favor contestar a mis llamadas? De verdad necesito disculparme”
Y luego otro. Casi dos minutos más tarde.
“Cógeme el teléfono. Siento lo que ha pasado esta mañana. De verdad que lo siento. Naira me estoy volviendo loco. Contéstame por el amor de Dios o no se lo que seré capaz de hacer”
Oh, esto de verdad ha cambiado. Esta enfadado. Suelto un sollozo aún mas fuerte, el de verdad piensa que estoy enfadada con el por haberme rechazado esta mañana. El realmente todavía no se ha dado cuenta de que es mi maldito cumpleaños. Me acurruco aún más. Y mientras leo los mensajes me llega otra llamada, la cual rechazo y sigo leyendo. Y me llega otra. Y la vuelvo a rechazar. ¡Maldita sea!
“COGEME EL MALDITO TELÉFONO NAIRA”
Eso son mayúsculas gritonas. Él está realmente enfadado conmigo. Bien. Puede entender como me siento ahora mismo. Sacudo mi cabeza culpable. Sabiendo la rabia que yo sentiría si él no me cogiera el teléfono. Por esa misma razón dejó el móvil sobre la mesa de noche y cierro los ojos. Y en la oscuridad y soledad de mi habitación siento de verdad que esto tenga que ser así. Tan frío entre nosotros. Oh dios, te quiero tanto Justin.
La luz que entra por la ventana me da en plena cara. Con un quejido ruedo sobre la cama y me tapó la cabeza con las sábanas. Al hacerlo me doy cuenta de que la cama esta vacía y como un rallo de luz todo me viene a la cabeza. Justin. Mi cumpleaños. Vaya… mi cabeza va a explotar.
Me destapo la cabeza y mientras estiro la mano para coger mi teléfono aún con los ojos cerrados, palpo en la mesa de noche pero no lo encuentro por ningún lado. Lo busco entre las sábanas, pero tampoco. Exasperada me quedo quieta un momento. ¿Dónde demonios está mi teléfono? Me siento en la cama y cuando lo hago suelto un grito ahogado.
Justin está sentado justo enfrente de la cama. Mirándome fijamente, con mi teléfono móvil en su mano. Le echo un vistazo rápido. Oh dios mio. Va vestido como un ejecutivo sexy.
Con el traje y su corbata media desatada y los primeros botones de su camisa desabrochados. Aún tiene los zapatos puestos y su pelo revuelto solo lo hace parecer más sexy de lo que es.
Miro su rostro. Santo Dios. Él está realmente enfadado. Tengo que luchar contra las ganas de echarme a llorar como una adolescente ante su intensa mirada de enfado. ¡Crece Naira! Me dice mi diosa interna. La verdad es que, ya tengo un año más. ¿Qué debería hacer?
-Hola – digo en un susurro mientras me despojo de las sábanas. El mira mis movimientos mientras gira mi teléfono móvil entre sus dedos.
-Hola – dice con voz baja y ronca. Pero su rostro sigue sereno.
-¿Qué haces aquí? – preguntó torpemente. Por el amor de Dios. Relájate Naira. No es que me vaya a poner sobre sus rodillas o algo por el estilo. Trago saliva.
-De verdad no estabas contestándome y estaba preocupado por ti. Cuando llegué vi que habías estado leyendo algunos de los cientos de mensajes que te envié pero sin embargo no contestaste a ninguno de ellos. ¿Por qué Naira? – pregunta realmente enfadado y no sé si debería decírselo ahora. Sospecho que no tiene ni una vaga idea de porque estoy tan enfadada con él. Su voz se suaviza pero frunce el ceño – Pensé que estabas dejándome.
¿Qué? Jadeo en respuesta. ¿Yo dejándolo? ¿Olvidar mi cumpleaños es motivo suficiente para dejarle? Bueno… seguramente sí. La dura verdad es que no me atrevería a dejarlo ni aunque me hiciera todo el daño del mundo. Frunzo el ceño ante ese pensamiento. ¡Claro que lo harías!
-No era eso lo que hacía – murmuro y ni si quiera reconozco mi voz. La verdad es que a lo largo de todo este tiempo hemos tenido muchas peleas. Algunas de ellas muy fuertes. Tenemos un carácter similar, por lo que chocamos mucho. Siempre tenía y sabía lo que debía decir en cada una de nuestras peleas. Pero en este momento estoy realmente en blanco. Miró su rostro. Esta vez todo es diferente. Esta vez no estoy segura si vamos a besarnos en medio de nuestra discusión y hacer el amor como locos hasta olvidarnos del porqué estábamos discutiendo. No esta vez. Su rostro se suaviza y se estira hacía la cama. Mi corazón se acelera cuando extiende una mano para tocarme pero me arrastro hacia el lado opuesto. Su mirada se nubla y se queda quieto.
-Por el amor de Dios Naira. No me hagas esto – murmura pero es casi un jadeo. Muerdo mi labio y sacudo la cabeza mientras reprimo las lágrimas que amenazan por salir. – Lo siento mucho. No debería haberme ido sin avisar. De verdad que lo siento.
Muerdo mi labio aún más fuerte sin saber que decir. ¿¡Cómo puede pensar que estoy enfadada solo porque se ha ido a Florida sin avisarme?! Me levanto de la cama rápidamente e ignorándolo me dirijo a paso ligera hacia el cuarto de baño. Lo oigo seguirme a través del pasillo de nuestra gran casa. Suya. En realidad. Me dice mi subconsciente.
-Por favor Naira, detén esto. De verdad que me hace daño. ¿Por qué estás tan enfadada conmigo? Ya me he disculpado contigo. Por el amor de Dios. No seas así. Me duele tu indiferencia – murmura mientras me persigue, lo que me hace girar sobre mis talones y encararlo. Lo miro a los ojos y veo que está realmente perdido. No sabe que pensar ni que hacer conmigo. Muerdo mi labio mientras lucho con las ganas de no ponerme a llorar como una idiota. Cojo aire profundamente. Tú puedes hacerlo Naira.
-¿Quieres saber porque estoy tan enfadada contigo? No tiene nada que ver con que últimamente no tengas nada de tiempo para mí. Que siempre te vayas y digas que tienes algo urgente que hacer. A pesar de que así ha sido la mayoría del último año, sigo aquí. A pesar de que me prometiste que nada iba a cambiar si decidía seguirte en esto. Que estar conmigo siempre iba a ser tu prioridad. No tiene nada que ver con que no me hayas dicho de tu viaje de mierda a Florida. Ni de que me hayas dejado en la cama tirada después de calentarme. De verdad te he dado muchas oportunidades para que te des cuenta de lo que pasa, pero estás tan metido en tu mierda que ni si quiera te enteras de que hoy es mi maldito cumpleaños. Y he dormido sola, en una cama que solía ser nuestra. Y has estado llamándome toda la puñetera noche pensando que estaba enfadada por que me hayas dejado con ganas de follar cuando en realidad por lo único que estaba enfadada era porque no estabas durmiendo conmigo el día de mi maldito cumpleaños – Un sollozo sale descontroladamente de mi garganta. No te vengas ahora abajo me digo. Miro su rostro y nunca lo había visto así. Desconcertado. Realmente dolido. Auch. Mi corazón duele también, pero continúo – Por eso estoy tan enfadada contigo. Y si me permites, soy yo la que tengo algo urgente que hacer ahora.
Miro su rostro una vez más antes de correr hacia el baño y encerrarme dentro. Y pienso que realmente este es el peor cumpleaños que he tenido nunca. Me quitó la ropa y me meto rápidamente en la ducha, dejando que el agua se confunda con mis lágrimas. Oh, Justin, ¿Qué voy a hacer contigo?

lunes, 13 de agosto de 2012

Capítulo {140} : "De puta pena".


~Tres años después~
Querer más. Hasta que querer más no es suficiente. Cuando pensabas que cuando todo estuviera mal, sería el amor lo que te salvaría. En realidad era eso lo que pensaba en ese momento de mi vida. Se fue Luis, pero ¿y qué? Sigo teniendo el amor de la persona que mas quiero. Pero a partir de ahí, a partir de ese momento, no fue Luis el único que se marchó de mi lado. Mi madre también se había ido. Y lo entiendo. Ya no tengo quince años, ya no es su obligación estar detrás de mí allá a donde vaya. Ha pasado mucho tiempo desde eso. Ahora tengo diecinueve años. Y sigo con la misma vida que tenía a los quince. ¿Eso era lo que quería? No. Y muy a mi pesar, cuando Justin dijo que apoyaría todo lo que yo quisiera ser, no pensó en las consecuencias que eso traería. Cuando Justin me dijo todo eso, no pensó en la distancia que implicaba al irme a estudiar al otro lado del mundo. Porque esto no es lo mío, está claro. Pero esto es su sueño. Desde que Justin empezó en el mundo de la música no ha parado. Giras mundiales. Promociones. E incluso a echo algo en alguna película. Justo lo que él quería. ¿Y que hay de mí? Estoy viviendo una vida que no quiero para mí. Desde que tengo quince años vivo de la misma forma, de aquí para allá, sin parar. Concierto por la noche, entrevistas por el día. ¿Por qué? Porque al final del día, Justin estaba conmigo. En mi cama. Porque hacer algo que verdaderamente no era lo mío, valía la pena en esos momentos. Pero no ahora. Siempre había pensado que sacrificar tus sueños por amor, era algo bonito. Que al final lo que hacías te acababa gustando. Por amor. Pero nada de eso es cierto. Cuando las cosas van de puta pena, van de puta pena. Ni el amor puede arreglar algo así. Y así es como me siento.
Porque el tiempo ha pasado. Han pasado cuatro años. Los mejores cuatro años de mi vida por una parte. Y los peores por la otra. Justin y yo no mudamos juntos a su casa en Los Ángeles cuando su gira terminó, no sin antes irnos de vacaciones a España. Justo como me había prometido que haríamos cuando su gira terminara. Ojalá hubiera cumplido todas las promesas por igual. ¿Qué debería hacer? Debería irme. Si. Eso es lo que voy a hacer. Voy a irme esta misma… Oh.
Sentí unas manos rodearme lentamente la cintura, la yema de sus dedos subiéndome poco a poco la camisa de seda.
Segundos después, cuando sentí su aliento en mi oído y su pecho pegado a mi espalda. Dejé de pensar. Podría decir que hasta se me olvidó respirar. Contuve el aire cuando sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja. Y susurró algo inentendible. Como si hablara para sí mismo. O quizás fuera yo. Porque otra cosa no. Pero lo que sentía al estar con Justin a los quince años. Es ahora incluso más fuerte. Y eso es lo que aún me retiene aquí. Justin depositó un par de besos húmedos debajo de mi oreja, y se me escapó la risa cuando sus manos se colaron dentro de mi camiseta, acariciando mi vientre, y esa voz matutina que siempre me hace perder la razón.
-¿En qué piensas? – su voz me sobresaltó. No era eso lo que me esperaba.
-¿Cómo? – me sentí ridícula cuando mi voz casi sonó inaudible. Carraspeé.
-Llevo despierto un buen rato, y sé que tú también. Respiras de forma diferente cuando estás durmiendo… ¿en qué pensabas en vez de darme un beso de buenos días? – No lo resistía más, me gire para mirarlo a los ojos. Una sonrisa se dibujo en sus labios cuando lo hice. Dios. ¿Cómo había pensando en dejar algo así? Tan… ¿perfecto? Tan… tan, tan todo. Qué me hacía temblar con tan solo susurrar mi nombre.
-Buenos días, Justin – Enredé mis manos en su pelo y lo atraje lentamente hacia mí.
-Buenos días, preciosa – su ronca voz mañanera me hizo sonreír aun mas. Y me hizo querer fundirme en su cuerpo para siempre. Sentí sus manos buscando mi cintura bajo las sabanas, obligándome a quedarme encima de su cuerpo – Aún no me has dicho en que estabas pensando – susurró entre mis labios, y lo ignoré completamente.
Y me besó.
Sus labios se posaron sobre los míos despacio, como si estuviera tratando con una muñeca de porcelana. Me acerqué aún mas a su cuerpo y el besó fue cobrando vida poco a poco.
Sus manos se deslizaron dentro de mis pantalones, acariciando mi trasero. Sonreí entre sus labios cuando sus manos me apretaron aún mas “si era posible” hacía él.
Sintiendo así su cuerpo contra el mío, no había nada que se pudiera comparar. Mis labios se deslizaron sigilosamente por su mandíbula, hasta llegar a su cuello.
Sus manos se deslizaron a mi cintura, deslizando la camisa del pijama hacia arriba, sacándola con mi cabeza, subiendo hasta acariciarme los pechos con sus dedos. Gemí en su boca y en cuestión de segundos me agarró con fuerza, haciéndome girar. Quedando automáticamente debajo de su cuerpo. Con un golpe de rodillas, abrió mis piernas y el encajó entre ellas, tan rápido como lo hizo, su virilidad hizo un movimiento mágico entre mis piernas.
Una y otra vez. Sentir la fricción que provocaba me hizo gemir de placer en su boca.
-Me vuelves loco…. – ya no había rastro de su voz matutina, esta dio lugar a una mas ronca y erótica que me hizo alzar las caderas en una deliciosa invitación.
Entre tantas cosas que habían cambiado, estas era una de las mejores. Sin duda el sexo había mejorado entre nosotros.
Cuando comencé a tomar la píldora y renuncié a la necesidad de utilizar condón. Y cuando fuimos conociendo cada una de las debilidades del otro. Él sabía justo el lugar donde tocarme... donde besarme, para hacerme llegar a lo más alto.
Para que irme con rodeos, el sexo con Justin es increíble.
Enganché mis piernas detrás de su cintura y apreté aún más mi cuerpo contra el suyo, no pasaba ni un poco de aire entre ellos.
Siempre me había preguntado que si esto salía mal, y no era él el hombre de mi vida, con el que tendría hijos y me casaría... ¿Podría alguien hacerme disfrutar tanto como él? Para que iba a engallarme... Probablemente no. Él había sido el primero, y en innumerables ocasiones, había deseado que fuera el último.
De repente, interrumpiendo mis pensamientos Justin deslizó una de sus manos dentro de mis pantalones. Acariciando mi feminidad mientras acariciaba mi cuello con su nariz.
-Piensas demasiado Cherry… - sonreí en cuánto escuché ese calificativo. Justin me había llamado así desde hacía un par de años, cuando en una increíble noche de placer, se dio cuenta de que la mancha de nacimiento que tenía en el interior del muslo, se parecía totalmente a una cereza. Me llama así desde entonces – Si no estás pensando en todas las maneras en las que voy a tomarte, entonces no pienses en nada.
Sentí una de sus manos deslizarse entre los pliegues de mi sexo, mientras respiraba de su mismo aire al tenerlo tan cerca, frente contra frente. Lo sentí gruñir encima de mí.
-Dios, estás tan mojada…. – lo sentí gemir en oído y como subía la cabeza para mirarme a los ojos – ¿Estás mojada para mí, Cherry? ¿Preparada para tomarme?
-Sí, dios sí – cerré los ojos al sentir sus húmedos besos en mi oreja. Por poco tiempo. Acarició lentamente mi espalda y me hizo alzar las caderas para deshacerse de mis pantalones de pijama y bajó mis pequeñas braguitas de paso. Sus labios se deslizaron hacia hacía debajo de mi cuello, lentamente hasta que se detuvieron en mi pecho.
Enredé mis manos en su pelo para hacerlo subir hasta mis labios. Dirigí mis manos a su bóxer y comencé a bajarlos con frenesí pero algo me detuvo. Un teléfono móvil.
Iba a decirle que no lo cogiera, que lo dejara sonar, y que me hiciera el amor hasta caer rendidos, justo como hacíamos antes, no importaba nada lo que pasaba fuera de nuestra habitación, ni aunque hubiera un terremoto nos enteraríamos, sus manos, mis manos, mis caricias, sus caricias, sus besos… pero no me dio tiempo, Justin ya se había levantado a coger su teléfono. Sorprendida y decepcionada al mismo tiempo suspiré y me incorporé hasta sentarme en la cama. Observándolo atentamente desde allí, sin despegar mi mirada de su cuerpo. Se movía de un lado a otro mientras se pasaba las manos por su pelo. Desnudo.
Después de unos largos minutos, colgó. Y ni siquiera me miró cuando comenzó a vestirse rápidamente. Me quedé inmóvil, esperando a que me dijera lo de siempre.
Se palpó los bolsillos, buscando su móvil, que estaba justo en la cama, a mi lado. Giró sobre sus talones y entonces me miró atentamente mientras se acercaba a mí.
-Lo siento cariño, tengo que irme – ahí estaba. La de siempre. La misma maldita frase de siempre. No me inmuté y él se inclinó para besarme pero giré la cara y su beso fue a parar a mi mejilla derecha – Naira… – comenzó, pero lo interrumpí incorporándome.
-Vete al infierno – murmuré entre dientes y me dirigí hacia el baño rápidamente, cerrando la puerta tras de mí, pensando que me seguiría. Y esperé, pero lo único que escuché fue el ruido de la puerta cerrándose. Se había ido. Cerré los ojos con fuerza.
Cogí aire y intenté no darle importancia. Sabía que me engañaba a mi misma pensando que nada malo estaba ocurriendo.
Me negaba a pensar que las cosas entre Justin y yo se estaban enfriando. Simplemente me negaba a pensar que ya no me amaba... o que ya no me deseaba. Me negaba a pensar que no iba a ser él, el padre de mis hijos. Aunque en el fondo, muy a mi pesar, lo pensaba.
Me di una ducha rápida, mientras esperaba que de alguna manera se me bajara el calentón que llevaba encima. El móvil comenzó a sonar mientras estaba en la ducha. Pero lo ignoré.
Cuando terminé, me vestí y mi móvil comenzó a sonar de nuevo. Suspiré y lo cogí.
-¿Diga? – dije de mala gana, mientras andaba con la toalla deslizándose por mi cuerpo. Pero la voz que esperaba al otro lado del teléfono me dejó paralizada. Era mi madre.
-¿Sí? ¿Mamá? – intenté que mi voz sonara lo mas normal posible, pero teniendo en cuenta solo hablaba con ella cuando había alguna fecha importante, como cumpleaños, bodas o alguna muerte, me puse nerviosa.
-Hola, cariño, ¿cómo estás? – fruncí el ceño. Mi madre nunca me llamaba para preguntarme como estaba. Y yo se lo agradecía. No me apetecía contarle mis penas. Dejé caer la toalla mientras me ponía la ropa interior y miraba el reloj. Llegaba tarde.
-Bien. ¿Ha pasado algo? ¿Por qué me llamas tan… temprano? – pregunté mientras intentaba colocarme el sujetador correctamente y pensaba a toda velocidad, faltaban aún un par de meses para su cumpleaños. ¿Por qué me estaba llamando?
-No ha pasado nada, hija. Solo que no estoy segura de si podré llamarte mañana y... – Levanté un pie luego el otro para colocarme los pantalones, y el móvil se calló al suelo. Maldije cuando escuché a mi madre seguir hablando sola. Acabé de ponerme los pantalones y cogí el móvil rápidamente entre mis manos mientras me seguía vistiendo.
-¿Por qué ibas a llamarme mañana, mamá? – pregunté mientras giraba sobre mi cuerpo. ¿Dónde demonios había dejado la camiseta? Gruñí.
-¿Estás de broma? ¿Es que trabajas tanto que no sabes en que día vives? – rio sin gracia, mientras yo no entendía el humor de esta situación. Y yo en lo único que podía pensar era en encontrar mi camiseta… ¡Diablos! – Cariño, mañana es cuatro de mayo. Mañana es tu cumpleaños.
Me quedé paralizada en el medio de la habitación. A medio vestir y con el móvil pegado a la oreja. ¿Mi cumpleaños? Mi madre siguió hablando, explicándome porque no iba a poder llamarme mañana, pero yo ya no la estaba escuchando. Mañana era mi cumpleaños. Antes era el día mas esperado del año, pero sin embargo ahora, ni si quiera podía recordarlo. Y si ni yo misma lo hacía, ¿Cómo iba a hacerlo Justin? ¿Se acordaría él de mi veinte cumpleaños? ¿Tendría algo preparado para mí?
-
-
Pasé el día de aquí para allá, intentando olvidarme del enfado que tenía con Justin y de que mañana era mi cumpleaños. Una parte de mí quería –y necesitaba– pensar que Justin no se había olvidado de ello. En todos estos años siempre habíamos estado juntos en todos mis cumpleaños. Eran las siete de la tarde cuando llegué a casa. Agotada de irme de aquí para allá.
Cuando metí la llave y la pasé dos veces, me di cuenta de que no había nadie en casa. Intenté no parecer demasiado paranoica y me di una buena ducha mientras ponía algo de música.
Luego de eso, me dispuse a preparar algo de cena mientras veía la tele. Y cuando finalmente se hicieron las diez de la noche, decidí salir de dudas. Cogí rápidamente el teléfono móvil y marqué su número con los dientes apretados. Odiaba tener que recurrir a él después de lo de esta mañana. Pero nunca llegaba tan tarde a casa... Salió el buzón. Estaba apagado. Fruncí el ceño levemente mientras pensaba a toda velocidad. ¿No querría hablar conmigo después de haberlo mandado al infierno?
Si no era así... ¿porque apagaba el teléfono? Nunca lo hacía...
Sacudí mi cabeza y marqué rápidamente el número de Dan.
-¡Hola! ¿Cómo estás? – sonreí al notar la felicidad y calidez en su voz. Siempre era así.
-Hola, pues bien, aquí en casita. He llamado al número de Justin pero me sale comunicando, ¿Está contigo? – pregunté, deseando que el nerviosismo no saliera demasiado a la luz. Mordí mi labio mientras me movía inquieta por la habitación.
-¿Conmigo? No, que va. Hace media hora que cogió su avión hasta Florida, tenía que resolver unos asuntos allí. ¿No te lo dijo? – me quedé paralizada en medio de la habitación. ¿Florida? La realidad se estampó en mi cara como un balde de agua fría.
Un avión desde los Ángeles hasta Florida, duraba seis horas. Teniendo en cuenta que él tenía que coger uno de ida, y otro de vuelta. Eran doce horas. Y teniendo en cuenta que no sabía cuento tiempo iba a quedarse en Florida. A menos que no viniera en cohete, Justin no llegaría para mi cumpleaños.
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Lo siento, sé que es un capítulo un poco triste, pero a partir de ahora, que es la recta final de la novela, las cosas estarán un poco tensas entre Justin y Naira. Bueno, muy, muy tensas.
Aunque me duela decirlo estoy un poco atascada con esta novela, por lo que la voy a acabar pronto. Aunque no os dejaré con mal sabor de boca. ¡Lo prometo!
También decir que la novela no se acabará mañana, pero si es cierto que no lo queda mucho. Gracias por vuestra paciencia.
Os quiero niñas.

Capítulo {139} : " Besos, besos, besos."


|| Narra Naira ||
Escuché la puerta cerrarse y me dejé caer en la cama, conté hasta diez… quizás veinte. Aunque sabía que eso no me iba a ayudar, a lo mejor debía contar hasta cien… o tal vez no.
No sabía que debería decirle a Luis, tampoco sabía que era lo que tenía que decirle. Pero cuando antes lo hiciera, antes me lo quitaba de encima… ¿no? Solté un bufido.
Me levanté de la cama y salí de la habitación, cuando lo hice me topé con un cuerpo grande, pero musculoso, oprimí un pequeño grito de sorpresa cuando las manos del individuo se posaron en mis caderas y las mías en su pecho, debido al impacto, subí la mirada y contuve el aliento hasta que me di cuenta de que se trataba de Luis, suspiré y lo miré con ojos acusadores.
-Oye, me has asustado – le sonreí. Pero mi sonrisa desapareció al ver su rostro. Inescrutable. Me soltó bruscamente y puso distancia entre nosotros.
-¿Ya has terminado? – sentí su mirada pasearse por la habitación y posarse en mi rostro de nuevo – ¿Ya podemos hablar o...?
-No vamos a hablar aquí – él puso los ojos en blanco – ¿Quieres entrar? – sentí su mirada sobre mi cuerpo y luego una carcajada salió de su boca, alce mis cejas mientras lo observaba atentamente. Esto no iba a ser fácil. No, no iba a ser nada fácil.
-Prefiero que no, vamos a mi dormitorio mejor.
Sus ojos se clavaron en los míos, y yo bufé, ¿Qué esperaba encontrarse con cinco condones abiertos en el suelo? Me retuvo la mirada y abrí la boca para rechistar pero cuando se dio la vuelta hacia su habitación, supe que no esperaba ninguna respuesta. O iba o iba. Lo seguí hasta su habitación en silencio, sin decir una palabra abrió la puerta y la dejó abierta para que entrara, suspiré y la cerré a mis espaldas. Silencio. ¡Qué incomodo silencio! Se sentó en la cama. Lo miré, buscando las palabras exactas para decir, el camino adecuado por el que guiar esta conversación, pero al parecer, él tenía otros planes.
-Te has estado acostado con él, ¿verdad? – fruncí el ceño.
-¿Porqué debería de dar explicaciones sobre con quien me acuesto o con quien no? No es por eso por lo que estoy aquí.
-Si vas a intentar convencerme de que es un buen chico, y de que te quiere, mejor ahórratelo. No quiero escucharlo – se encogió de hombros – ¿Qué es lo que piensas hacer cuando esto termine? Tu primo ya se ha curado. Pero tu sigues aquí – cerré lo ojos y cogí aire profundamente. No quería comenzar a decir barbaridades.
-Luis… – sacudió su cabeza, interrumpiéndome. Tenía razón. Yo había jurado que cuando mi primo se recuperara y yo tuviera el suficiente dinero para pagar su recuperación, todo esto terminaría. Volvería a mi vida normal, suspiré y el continuó.
-¿Qué es lo que piensas hacer? ¿Quedarte aquí para siempre? ¿Irte a vivir con él, casarte y tener hijos? – río sin gracia, porque de echo, no la tenía.
-Haré lo que yo quiera, no lo que tú me digas. No tengo porqué pensar en eso ahora. Si me caso, me encargaré de que te llegue la invitación – musité y abrí la manilla de la puerta, sabía que no estaba siendo honesta, pero él no estaba siendo justo conmigo.
Lo escuché justo detrás de mí y mi corazón me dio un vuelco.
-Podría darte mucho mas de lo que él te da – casi susurró, yo apreté mis ojos con fuerza – Yo nunca te haría daño, Naira. Podríamos tener una vida normal y corriente, todo sería acerca de tú, no acerca de él como es ahora, tú serías mi protagonista.
Me giré, para encontrarme con sus ojos observándome, ¿Pero que coño acababa de decir? sacudí mi cabeza, intentando borrar esas palabras de mi mente, relajarme y no comenzar a dejar salir barbaridades de mi boca, pero... salieron sin más.
-¿A que viene esto ahora? ¡Nunca te has interesado por mí, maldita sea! ¡Siempre me has rechazado! Siempre tenías una buena excusa para no salir conmigo, que si mi padre... que si la edad... que si esto, que si lo otro. Tú no sientes nada por mí.
Lo único que quieres es controlarme, y tienes esa estúpida idea de que me protegerás si me voy de aquí contigo. ¿Y luego qué? ¿Me darás largas otra vez, como siempre? Presumes que nunca me harías daño, pero de hecho ya lo hiciste. Sabías lo que sentía por ti, y me convenciste de que mis sentimientos no eran correspondidos – me encogí de hombros – Lo siento, pero ya lo superé hace mucho tiempo.
-¡Lo único que quiero es que no vuelva a hacerte daño! ¿Como sabes que no lo volverá a hacer? – gritó desesperado.
-Pues... ¡no lo sé! , ni tu tampoco. Pero voy a quedarme, porque le quiero, y tú deberías entenderme. Ambos sabemos que tú no me quieres como dices, lo único que no quieres es que esté con el. No pienso jugar al perro del hortelano contigo. ¿Enserio, crees que diciéndome que me quieres, conseguirás que lo deje?
- No creo que pueda hacerte cambiar de opinión, por eso me voy. No me veo capaz de estar aquí, viéndote con él – musitó casi inaudible, lo miré fijamente y supe que no era esa la única razón por la que se marchaba. ¿Estaría él de verdad enamorado de mí?
Él había sido muy importante a lo largo de mi vida, pero sin embargo ahora, estaba mas que dispuesta a dejarlo ir.
- Pues espero que tengas buen viaje, Luis.
Eso fue lo único que salió de mi boca, antes de mirarle por última vez y darme la vuelta hasta ponerme en marcha hacia mi cuarto. Se supone que esto debería hacerme daño... ¿o no?
¿Sería cierto que Justin me eclipsaba? Cerré los ojos con fuerza mientras entraba en mi cuarto y me apoyé en la puerta, deseando que todo esto desapareciera. No sabía lo que sentía, oh bueno, si que lo sabía. No sentía... ¿nada? ¿Como no podía sentir nada más que lastima tras que Luis se fuera? ¿Qué era lo que había cambiado? Aunque me doliera admitirlo, Luis tenía razón. ¿Qué iba a hacer después de todo esto? Sabía que tenía dinero suficiente para vivir el resto de mi vida, pero... ¿Era eso lo que quería? ¿Quería ganarme la vida así? ¿Y que pasaba con todos mis planes de futuro? ¿Qué sería de mi vida, ahora que conocí a Justin y me enamoré de él? Analicé las palabras que Luis me dijo: "¿Qué es lo que piensas hacer? ¿Quedarte aquí para siempre? ¿Irte a vivir con él, casarte y tener hijos?". ¿Era eso lo que yo quería? ¿Esto que teníamos llegaría a alguna parte en un futuro? Solté un grito de frustración ante todas las preguntas sin respuesta. Por una parte sabía que no debería preocuparme. Aún quedaba mucho tiempo… Aunque quizás esto no fuera más que un amor adolescente, quizás llegaría la hora de separarnos e ir por caminos distintos... Aunque una parte de mi corazón, se encogía solo de pensar lo que supondría separarme de Justin, sabía de sobra que nunca encontraría a nadie como él. ¿O era solo una suposición?¿Quien era el que hablaba, mi corazón y todas las cosas que Justin le causa, o la razón, en lo que debería pensar en un futuro? Gruñí y me puse boca abajo, tapando mi cara con la almohada. No pude evitar comenzar a sollozar como una niña pequeña. Siempre había tenido claro lo que iba a hacer con mi vida, pero ahora, que todo se había desviado, ¿Qué era lo que debería hacer? Volver a encarrilar en mi vida... ¿dejándolo ir?
Volví a sollozar mientras pensaba en el preciso momento en el que mi vida se había complicado tanto, tan rápido, casi sin darme cuenta. ¿Por qué Luis tenía que comportarse así? ¿Por qué tenía que quererme ahora cuando yo lo había querido toda mi vida y me había rechazado completamente? ¿O no me quería? ¿O lo único que quería era alejarme de Justin? Si eso era cierto, debería sentirme engañada... o al menos dolida. Pero lo único que me preocupaba ahora mismo era tener que dejar a Justin algún día. Todo mi mundo se reducía a Justin, ¿era eso bueno? Sentí mi móvil vibrar en el bolsillo trasero del pantalón.
Me puse bocarriba y me sequé las lágrimas con las palmas de las manos mientras cogía el teléfono de mis pantalones.
Un mensaje de Justin.
• ¿Donde estás, bonita?
Tecleé rápidamente, sin tan siquiera darme cuenta de que sonreía, como una auténtica tonta, sin darme cuenta de que aún pequeñas lagrimas cristalinas se deslizaban por mis mejillas.
• ¿No deberías estar preparando tus cosas?
Esperé impaciente su respuesta, deseando que no fuera un "nos vemos luego". El móvil no tardó en vibrar en mis manos.
• ¿Y tú no deberías estar en mis brazos? Te doy diez minutos. Bueno, mejor cinco. Que te extraño, preciosa.
Solté una risa tonta antes de morderme el labio y levantarme como un resorte de la cama. Ni si quiera pensé cambiarme de ropa, en realidad en lo que único que pensaba era en él.
Cerré la puerta tras de mí, y miré a mi alrededor. Pensé que en realidad no debería ir, acababa de perder un amigo de toda la vida, y aun así lo único que me importaba era ir corriendo a sus brazos para perderme en su mirada y en sus caricias. ¿De verdad esto podía hacerme bien? O quizás estaba dejando pasar pequeñas pero importantes cosas de mí vida, de las que después me arrepentiría no haber echo, o ¿Quizás no? En eso Luis tenía razón, Justin era el protagonista, mi protagonista. Cuando él estaba cerca, todo se trataba de él. Me dije a mi misma que lo mejor era quedarme en mi habitación, pero me vi a mi misma corriendo hacia la suya. Literalmente corriendo, ya que me vi a misma delante de la puerta de su habitación en cuestión de segundos, donde toque varias veces despacito pero impacientemente y esperé de la misma forma. Sentí pasos llegar hasta la puerta, y cuando está se abrió, un ángel caído del cielo pareció aparecer para observarme. Justin estaba sin camisa, con su pelo totalmente despeinado y aún con pantalones vaqueros que tenía anteriormente. Mi mirada subió hacia sus ojos y una sonrisa asomó por sus labios, suspiré como una niña cuando estiró su mano hacia mí, cuando sus dedos acariciaron mi piel.
- ¿Qué se le ofrece por aquí, linda señorita? – sonreí a la vez que me apoyaba en la puerta, aún con sus dedos acariciándome, casi me era imposible pensar.
- Estoy buscando a mi novio, ¿lo has visto por aquí? – entrelazó sus dedos con los míos y me acercó a su cuerpo.
- No lo he visto, pero por ti sería quien tú quisieras que fuera – sonreí y me atrajo aún mas contra su cuerpo, lo suficiente como para meterme en la habitación y cerrar la puerta detrás de mí.
Sentí sus manos acariciar mi cadera antes de subir por mis brazos y obligarme a deslizar mis manos por su cuello. Mis ojos se encontraron con los suyos y una ráfaga de alivio recorrió mi cuerpo, de repente nada mas me preocupaba que seguir sintiendo sus caricias en mi cuerpo, su mirada sobre mí. Y otra vez me preguntaba, si eso era bueno para mí. ¿Se sentiría el igual cuando yo estaba cerca? ¿O era yo que me había obsesionado con el tenerlo cerca? ¿Con sentirlo siempre? Me percaté de mi ceño fruncido cuando Justin pasó un dedo por ahí, relajando la zona bajo su tacto, sonrió ligeramente.
- Algo huele a quemado, supongo que es tu cabeza por tanto pensar – musitó divertido antes de besarme la mejilla – ¿Como te fue con Luis, eh? ¿Es eso lo que te preocupa, cariño? – Mi cuerpo se estremeció bajo sus labios y sacudí mi cabeza.
- Cogerá un avión a España cuando nosotros nos marchemos de aquí, ¿por cierto, cuando será? ni si quiera tengo las maletas preparadas... – sus ojos sobre los míos me obligaron a parar.
- ¿Quieres contarme lo que ha pasado? – preguntó alejándome de su cuerpo, para mirarme bien a los ojos. Cogí aire antes de enfrentarme a su mirada y a todo lo que eso conllevaba.
¿Quería hablarlo? Por supuesto que no. La marcha de Luis, parecía algo sin importancia. Sacudí la cabeza y me acerqué de nuevo a su cuerpo, como si pudiera leer mis pensamientos me estrechó entre sus brazos, trasmitiéndome su calor.
- No quiero hablar de ello, solo... solo quiero estar contigo – casi me escondí entre sus brazos y sentí como besó mi cabello.
- Me encanta esa idea, pero antes dime que es lo que te preocupa, sé que algo te preocupa y quiero saber que es.
- ¿Necesitas una razón para abrazarme todo el día?
- No, necesito una razón para saber que es lo que ronda por tu cabeza, ocupando el lugar en el que debería estar yo.
Sus manos se perdieron entre mis cabellos, mientras me guiaba hacia la cama. Une vez allí, se tumbó en la cama, invitándome a tumbarme a su lado. Y así lo hice. Me tumbé junto a su cuerpo caliente, mi cabeza se apoyó en su brazo y una de sus manos se deslizó por la curva de mi cintura, y sus ojos acompañaban su recorrido, sentí una de sus piernas enredándose entre las mías, y a continuación sus ojos buscando los míos. Así a escasos centímetros de sus labios, en lo único que podía pensar era en besarlos.
- No tengo dudas de que me quieres Justin, tampoco tengo dudas de que cuando tú estás, no me importa nada más, no voy a irme a ningún lugar que no sea estar contigo, poder besarte y acariciarte, poder escucharte decirme “te amo” siempre que quieras.Ni si quiera una amistad de toda la vida ha podido convencerme de que tal vez sea verdad que me eclipsas, y que a lo mejor debería pensar un poco mas allá del ahora, del momento. ¿Y si me dejo llevar y me despierto un día, viendo todas las cosas que me he perdido, por estar aquí?
Sentí los ojos de Justin pasear de mis ojos a mis labios, intentando observar mis expresiones mientras hablaba tan rápido que temía que no pudiera entenderme. Su mano subió por mi hombro hasta mi mejilla, mi piel se estremeció bajo su tacto, como de costumbre, y sus ojos se clavaron en los míos de nuevo.
- ¿Eso es lo que te preocupa? ¿Qué no puedas hacer todo lo que tenías pensado hacer, por estar conmigo? – preguntó sin ninguna pizca de sorpresa en su voz – ¿Solo eso?
- ¿Solo? ¡es lo que único que me preocupa realmente, si… – no pude terminar de hablar, puesto que sus labios me lo impidieron. Lo sentí sonreír entre mis labios y pegar su pecho contra el mio. Sentí los latidos de su corazón, y en ese momento, odié todo lo que se interpusiera entre nuestros cuerpos. Contando mi propia ropa.
- Eres tan hermosa. No sabes cuánto… – fruncí el ceño ante sus palabras. ¿Eso era todo? ¿Era un tema tan complicado para mí y él solo decía que yo era hermosa? Bufé.
- Justin… – murmuré intentando incorporarme pero él sacudió su cabeza, y se acercó aún mas cerca de mí, sonriendo como si de un niño con un caramelo se tratara – Tengo miedo. Eso es lo que me pasa, tengo miedo de todo esto. De no haberme dado cuenta de lo rápido que ha cambiado mi vida. He venido aquí, para que me dieras una solución ¿y tú lo único que me dices es que soy hermosa? ¿¡Enserio?! ¿Cómo puedes… – Sentí sus labios entre los míos una vez más y me separé – ¡Justin! ¡ déjame de besarme y hazme caso de una vez!
- Te amo. Dios te amo tanto. Pensaba que ibas a dejarme, pensaba que ya no querrías estar conmigo, fue la hora mas larga de mi vida, ¿y tú llegas y me dices que tienes miedo de despertarte un día y pensar en lo que te has perdido? Es tu vida Naira, yo solo formo parte de ella. Tengo que adaptarme a sus cambios y no al revés. No temas por que eso pueda pasarte algún día, yo no dejaría que eso sucediera.
Fruncí el ceño ante sus palabras, ¿estaba bromeando? ¿O es que quizás yo había echo un mundo de algo tan pequeño? Miré sus ojos una vez más y me senté en la cama.
- Pero… ¿y después de esto? ¿Qué va a pasar cuando esto termine?
Esta vez sentí sus brazos envolviendo mi cuerpo, y me tranquilicé inmediato.
- Lo que tú quieras que pase, cariño. Si quieres irte a vivir a China, si quieres estudiar para ser medico, juez, como si quieres ser astronauta, yo estaré contigo. Sé que este mundo no es para ti y sé que tienes planes para tu futuro, y no te pido nada más, si no que tu mundo tenga un huequito para mí, hasta que tú me dejes formar parte de ti.Y espero que sea por un muy muy largo tiempo, de verdad lo espero.
Llena de amor. Así me sentí ante sus palabras. Lo miré a los ojos una vez más antes de tirarme, literalmente a sus brazos y quedar tumbados en la cama, sus manos se deslizaron por mi cintura apretándome contra su cuerpo cuando mis labios se perdieron entre los suyos. Lo sentí sonreír entre mis labios y le dio un pequeño mordisquito a mi labio inferior, antes de pasar una mano en mi nuca, y atraerme a su boca de nuevo.
- No sé si ahora mismo lo que habla es el adolescente que hay en mí, la dolorida erección que tengo entre las piernas, o esto que siento en mi pecho, que parece avisarme que se me saldrá el corazón en cualquier momento, pero Dios Naira. Te voy a recordar siempre.
- ¿Me recordarás incluso cuando tengas mujer e hijos correteando por el jardín? – lo sentí sonreír entre mis labios, y asintió ligeramente, rozando mi nariz con la suya.
- Si mis planes salen bien, te recordaré en mi boda, en mi luna de miel, en el nacimiento de mi primer hijo, de mi segundo, de mi tercero… – lo sentí sonreír entre mis labios.
- Justin…
- Cállate y dame un beso. O quizás necesite dos. O quizás mas de dos. Pero dámelos. Ya.
Solté una carcajada, una de las grandes y él sonrió para volver a posar sus labios sobre los míos. Besos. Besos. Besos. Miles de ellos. Besos húmedos. Besos inocentes. Besos que gritaban “te amo” en cada movimiento. Y besos que tenían tantas promesas de futuro que incluso me daban ganas de temblar. Pero besos, besos que me hacían querer más... y más… y más…

Capítulo {138} : " Una mierda. Literalmente"


|| Narra Justin ||
Observé como Naira se ponía rígida detrás de la puerta y que cruzaba sus piernas para que mi camiseta - que le quedaba estupendamente he de decir - le tapara un poco más.
Escuché un gruñido detrás de la puerta y me levanté de la cama.
Pero antes de que me acercara para ver de quien se trataba, escuché otro bufido mas fuerte que el anterior y una voz a continuación, decidí no acercarme. Naira se enfadaría.
-Hola – dijo Naira suavemente. Me tensé al escuchar su forma de saludar a quien quiera que fuera, como si temiera lo que iba a escuchar a continuación.
-¿Interrumpo algo, Naira? – la voz de Luis se coló en mis oídos y volví a tensarme, enseguida se captó el tono de reproche que trasmitía su dura voz.
Me obligué a mi mismo a retroceder y sentarme en la cama, aunque quería ir allí, pasar la mano por la cintura de mi chica, y hacerle saber a Luis que era ella mía, aunque todo lo que pude hacer fue esperar, sentado en la cama donde habíamos estado entregándonos hace unos minutos. Debería mantenerme al margen, si no quería ir allí y partirle la cara, algo que no sería demasiado bueno… aunque me moría de ganas de hacerlo.
-No, claro que no… quiero decir – sacudió su cabeza y suspiró antes de hablar de nuevo – ambos sabíamos que esto iba a pasar. Era inevitable.
Tragué saliva. ¿Habían estado hablando de mí? Era obvio. Más que obvio. ¿Pero eso le daba derechos a hablarle así a Naira, a reprocharle que hubiera pasado la noche conmigo?
Él era su amigo. Yo tenía certeza de que él la había consolado cuando yo le rompí el corazón, pero... ¿había algo que me había perdido? por el tono de voz de Naira, y el suyo, pude intuir que algo me estaba perdiendo, algo de primicia, algo importante. ¿Habrían estado juntos cuando yo no estaba? ¿Estaría enamorado Luis de ella? Me obligué a pensar que no, las ganas de ir hacia allí y partirle la cara crecían segundo a segundo.
-Claro que lo sabía, pero esperaba que fueras mas lista – su voz sonaba dura, neutra – Está claro que no tengo nada que hacer aquí, ¿verdad?, te dije lo que pasaría, desde un principio me lo imaginé – dijo, aunque sonó mas bien como un gruñido, fruncí el ceño – desde que tu padre me contó que estabas con ese niñato me lo imaginé. Ahora vuelves con él. Te hizo daño una vez, ¡lo volverá a hacer! y como siempre mi deber es consolarte – sentí a Naira suspirar pero el continuó hablando - ¿Es que ya no lo odias como decías hacerlo? ¿Es que ya no crees que lo que te hizo estuvo mal? ¿Ya no crees que no te amaba lo suficiente? Todo eso salió de tu boca, y ahora tu le regalas tus caricias, tus besos, tu presencia e incluso algo mas que eso – mis ojos se abrieron como órbitas, ¿Qué...?
Sentí como Naira se tensaba, no solo por lo que le decía, si no porque yo lo estaba escuchando todo. ¿Habrían estado maldiciéndome el tiempo que no estuve por haberle echo daño a Naira? Lo único que quería ahora, era que Naira echara a Luis, y poder enterrarme en su cuerpo una vez mas, para demostrarle lo mucho que la amaba. ¿Tendría ella miedo de que volviera a hacerle daño? Gemí ante tal idea. Todo menos eso, ¿Cómo podría hacer algo así? Naira soltó el aire que había estado conteniendo y suspiró.
-Que esto haya ocurrido no significa que tengas que irte – aunque mas bien sonó como una pregunta, levantó su mirada - Voy a vestirme y vamos a hablar, ¿sí? espérame, salgo ahora.
-Está bien.
Naira le dedicó una última mirada y cerró la puerta, en cuánto lo hizo, se acercó al suelo para coger sus pantalones cortos y ponérselos apresuradamente, sin tan siquiera levantar su vista del suelo se dirigió al espejo y se recogió el pelo y se puso sus zapatos, de la misma forma. Sonreí internamente al notar que aún llevaba mi camisa puesta y que no pensaba quitársela. Pero me obligué a mi mismo a no sonreír. ¿Qué clase de relación mantenía ella con Luis para que él le estuviera pidiendo explicaciones a cada momento? ¿Podría estar él enamorado de ella? La observé moverse por la habitación desde la cama, sin posar su mirada sobre mí. Ella sabía que la observaba. Podía notar el rubor de sus mejillas al sentir mi mirada en su cuerpo.
Antes de dirigirse a la puerta, se detuvo, giró sobre sus talones y levanto su mirada hacia mí. Le retuve su mirada y ella suspiró hasta acercarse a mí, con cautela, con sus elegantes movimientos. Sentí la cama hundirse a mi lado, cuando ella se sentó. Silencio. Noté su mirada recorrer todas mis facciones y ahora mismo no sabía como reaccionar.
La miré.
-No quiero que te vayas. ¿Estarás aquí cuando vuelva? – tartamudeó, aunque parecía segura de lo que estaba pidiéndome. La observé unos segundos, pero ella parecía esperar una respuesta rápida. Mi hirvió la sangre al pensar quien era el causante de que ella tuviera tanta prisa por dejarme. Apreté mi mandíbula.
-Eso es todo lo que vas a decirme, Naira? – susurré. Sentí su mirada suplicante sobre mis ojos pero no le seguí el juego. No ahora, no cuando me sentía de esa forma.
-Tengo que hablar con él, pero quiero tenerte aquí cuando vuelva. ¿Estarás aquí, esperándome? – preguntó, aunque por su tono de voz supe que no se refería solo a este preciso momento, sentí sus manos deslizarse por mi torso. Gruñí.
La miré a los ojos una vez mas, antes de pensar bien me respuesta. Sabía que tenía que convencerla de que la amaba tanto como el primer día. Pero lo único que me apetecía era ir a romperle la cara a ese idiota. Me levanté de la cama, y al hacerlo sentí sus manos caer en el aire. Extrañé el tacto nada mas levantarme. Me puse los pantalones y los zapatos y ahora era ella la que me miraba. “No la mires, no la mires, no la mires” repetía, pero sin embargo lo hice.
Observé lo bien que le quedaba mi camisa y que aún la llevaba puesta, pero pensé que pedírsela sería algo estúpido, yo quería que la llevara puesta. Me gustaba verla con ella.
-Voy a irme a mi cuarto - ella intentó hablar – cuando acabes de hablar con él, llámame, quizás este disponible para ti.
Escuché un gemido de dolor de su parte y me di la vuelta para ir hacia la puerta, pero sentí sus manos obligándome a mirarla, intentando darme la vuelta, cerré los ojos y respiré hondo antes de hacerlo, y cuando lo hice, sentí dolor en su mirada. Aunque esto me dolía más a mí.
Sentí la necesidad de acariciarla, de sentirla, de decirle que todo iba a estar bien, que le perdonaba cada locura que hubiera dicho sobre mí, mientras yo no estaba. Pero lo único que pasaba por mi cabeza eran las palabras de ese tipo, ¿De verdad ella dudaba de lo que yo sentía? Sentí sus manos buscando mi rostro. Me derretí, pero me aparté de ella. Las palabras que acababa de escuchar me habían herido. Decepcionado. En otras palabras, estaba jodido.
- Por favor... – sentí su mirada en mis ojos, pero negué.
Me alejé de ella y pasé mi mano por mi nuca, intentando relajarme, sin éxito alguno.
-¿Por favor qué Naira? ¿Cómo voy a saber si te marcharas con él, como hiciste aquel día? Pensaba que tus dudas estaban resueltas, pero ahora resulta que llevas cuestionando mis sentimientos todo el tiempo. ¿También le cuentas las veces que te digo te amo cuando hacemos el amor, o eso sería demasiado evidente?
Sus ojos ahora estaban llenos de pequeñas y saladas lagrimas y seguí su recorrido hasta sus pequeñas mejillas. Sabía que esto le hacía daño. Sabía que mi indiferencia la hería. Pero no hice nada al respecto. Estaba dispuesto a irme, a calmarme y luego enfrentarme a esto, pero cuando la miré de nuevo, no pude hacer otra cosa que acercarme a ella y apartar las lagrimas que caían por esas mejillas que tanto me gustaba besar. Sollozó entre mis brazos y escondió su rostro en el hueco de mi cuello cuando la alcé entré mis brazos y me dirigí hacia la cama de su habitación, apartando la sábanas y sentándome allí, con ella en mi regazo. Una vez allí la tranquilicé con mis caricias en su espalda y palabras dulces en su oído y aunque sus lagrimas mojaban la piel de mi cuello y mi camisa, no me importó en absoluto. Su lenta respiración luego de unos segundos, me erizó la piel.
-Sé que lo que hice estuvo mal. Sé que te hice daño. ¿Pero dudas que te amo? ¿De verdad lo dudas? ¿Como puedes ir y decirle que dudas de que te amo cuando te lo he entregado todo? – intenté ser suave, pero el tono de mi voz me delató, sentí como se estremecía entre mis brazo – Me enamoré como un idiota de la apuesta que debía ganar. Fue la maldita apuesta la que me obligó a acercarme a ti. Quizás el momento no fue tan mágico como imaginabas, porque yo solo estaba jugando. Para mi solo eras una cara bonita a la que debía conquistar. Pero cuando pasé tiempo contigo, cuando te veía sonreír, cuando te entregué mi virginidad y te dije que te amaba una y mil veces mientras entraba dentro de tí, era yo. La apuesta dejó de importarme cuando me dijiste que me querías. Entiendo que tuvieras dudas antes, pero ¡joder Naira! ¿Que tengo que hacer para demostrarte que te quiero? ¿Aún tienes dudas? ¿Como puedo resolverlas? – mi voz se tornó ronca cuando su acomodó encima de mí.
Poniendo cada pierna alrededor de mi cintura, aunque la única diferencia es que lo que ahora sentía, no era excitación, ni nada parecido a ello. Suspiré cuando me miró fijamente. Mostrándome la verdad en sus ojos y acariciándome el alma sin piedad.
-Dime lo que tengo que hacer, cariño. Te pediré perdón todos los días de mi vida si es necesario para que decidas quedarte conmigo – las palabras salieron de mi boca, antes de que mi mente las procesara.
Una parte de mí me pedía a gritos que me alejara. Que lo dejara estar. ¿Para que luchar con los mismos fantasmas del pasado? Quizás... quizás debería pasar página. Mis pensamientos fueron interrumpidos de forma brutal. Sentí sus manos enredarse en mi cuello, y levantó su mirada para observarme, miré sus ojitos cristalinos y me perdí en ellos, una vez más, no era algo nuevo, pero era fascinante. Sentí sus ojos recorrerme el rostro, cada rincón de él, hasta posarse en mis ojos, me estremecí de pies a cabeza sin poder evitarlo.
-No tienes que hacer nada, Justin – susurró y miró mis ojos una vez más – sé que no estuvo bien, y que una parte de mi me dice que debería salir huyendo de tí - tragué saliva ante su confesión, se encogió de hombros – pero estoy aquí. Cuando llegué y te miré a los ojos por primera vez después de tantos meses, me di cuenta de que solo tú puedes sanar el dolor que tú mismo me provocaste. Que en realidad no me servía para nada todo el tiempo que pasé lejos de tí. Estaba furiosa. Llevaba meses intentando olvidarte, y cuando creo que lo hago, vuelvo y tú lo único que haces es mirarme a los ojos para derrumbar todo lo construido en todo el tiempo que pasé lejos de ti – sorbió su nariz antes de sonreír y pegarse mas a mí – Y aunque me cueste admitirlo, sé que te perdonaría cualquier cosa con tal de tenerte conmigo – fruncí el ceño y abrí la boca para hablar pero ella negó con la cabeza – No me interrumpas.
Suspiré y la miré a los ojos, esperando a que continuara.
-Te lo perdonaría todo Justin, con tal de que tus besos me despertaran todas las mañanas. Con tal de que sea la única a la que le hagas el amor como me lo haces a mí. ¿Entiendes? No creo que esto sea para siempre, pero por si esto termina, lo único que quiero es meterme tan adentro de tí, que no puedas olvidarme nunca. Que cuando beses otros labios que no sean los míos me recuerdes. Y que cuando te hundas en otro cuerpo, recuerdes la calidad con la que te envolvía el mío. Solo quiero... – hizo una pausa para coger aire y aparté un cabello que se había interpuesto en el camino de nuestros labios – Solo quiero meterme tan dentro de tu corazón, como tu lo has echo conmigo, Justin. Solo quiero… solo quiero amarte, ¿es tan difícil de entender?
Suspiré profundamente, cuando su nariz rozó la mía. Y acuné su rostro entre mis manos para que nuestras miradas se encontraran. Y una vez más me vi totalmente perdido.
Me levanté de la cama, aún con ella entré mis brazos, mientras nuestros labios encajaban a la perfección. Solté sus piernas de mis caderas suavemente, depositando sus pies en el suelo, aunque de puntillas, ya que sus brazos seguían en mi cuello. La besé de nuevo.
-Ve a hablar con Luis, cariño. Estaré esperándote en mi cuarto…– Asintió. Aunque sus brazos no se descruzaron de mi cuello. Sonreí – Naira.
Ella captó el mensaje y se descolgó de mí, con un bufido. Le dediqué una última sonrisa antes de acariciar su labio inferior y darle un último beso, antes de dirigirme hacia la puerta y marcharme. Esto no era lo que tenía pensado para mi día libre. Esto era una mierda. Literalmente una mierda.

Capítulo {137}: "Segunda parte" : ¿Cómo estuvimos anoche?


|| Narra Justin ||
Reímos una vez más.
Teníamos que mantener la mirada mientras cantábamos una estrofa de la canción, pero a ella se le escapaba la risa tonta.
Solo tenía que acercarme, acariciar su mejilla y mirarnos a los ojos mientras cantábamos. Pero parecía algo imposible.
Lo intentamos de nuevo y finalmente lo conseguimos.
Le sonreí satisfecho y busqué a Naira con la mirada, pero no la encontré. Ni por las gradas delanteras, ni las traseras.
Miré hacia todos lados pero ella no estaba allí.
Miré a Angela una vez más y ella se acercó para despedirse.
Habíamos acabado el ensayo.
Bajamos juntos del escenario y ella se perdió en el camino y yo sin ni si quiera saberlo, estaba intentando encontrar a Naira.
Llegué al backstage y eché una mirada rápida. Nada.
Dejé salir de mis labios un par de suspiros hasta que sentí unas manos en mi hombro y me giré rápidamente, y esperé ver su rostro. Esperé sentir sus manos rodeándome y sus labios llenando mi cuerpo de besos. Pero lo único que me encontré fue la cara de Scooter para comunicarme que tenía que prepararme.
Al parecer esta mañana la tenía llena de entrevistas, que ni si quiera sabía que tenía que hacer. Gruñí cuando llamé al telefóno de Naira y me dio desconectado. Intenté relajarme.
¿Donde podría haber ido? No podía estar muy lejos.
De echo, pensé que la vería a lo largo del día, pero no fue así.
Todo fueron aburridas entrevistas. Preguntas absurdas.
Muchas sonrisas. Unas falsas y otras no tanto.
Pasaron un par de horas. Ya íbamos camino a el recinto, para prepararnos y comenzar el concierto. Estaba emocionado.
Quería subirme al escenario y darlo todo.
Y de paso vería a Naira paseándose por el escenario, mostrando su hermosa voz al mundo. Y moviéndose al ritmo de la música.
Sin duda eso era lo que mas deseaba ver.
Todo empezó a cobrar forma, todo el mundo comenzó a correr de un lado a otro, excitados, emocionados como siempre que hacemos un concierto. Sonreí orgulloso.
Gente iba de aquí para allá, comprobando los micrófonos, comprobando que todo estaba en orden para empezar.
Empieza la cuenta atrás. Todos ya están en sus puestos.
Me deslizo entre los bastidores y la busco con la mirada.
Y está vez si que la encuentro. Y vaya si lo hago.
La observo por detrás. La estudio.
Observó primero sus torneadas piernas, que a pesar de que a ella le parecían demasiado cortas, yo podría perderme en ellas.
Seguí subiendo mi mirada por sus muslos, su trasero, su espalda y la curva que la separaba de su trasero. Dios.
¿Qué iba a decir? Siendo honestos, era la cosa mas bonita que nunca había visto jamás. Aunque para seguir siendo honestos.
Lo era para mí. Tal vez el amor tuviera algo que ver en esto.
Pero solo tal vez.
No lo aguanté más y me acerqué a ella, pegué mi boca a su cabello que olía a vainilla y bajé mi boca a su oído.
El hecho de que tuviera su pelo recogido a un lado, me facilitó el beso que deposité allí. Justo debajo de su oreja. Antes de subir.
- ¿Donde estabas? -besé su cuello - llevo todo el día buscándote.
Mis manos bajaron desde sus brazos hasta su vientre, abrazándola por detrás. Sentí como contuvo el aliento cuando besé su cuello. Por lo que me provocó hacerlo de nuevo.
Sentí que acariciaba mis manos, pero no fue así, las apartó.
Acto seguido se giró para mirarme y supe que algo no iba bien.
Me miró a los y me sonrió, mientras se separaba de mí.
- Pues si no me encontraste, es que no buscaste bien - hizo una pausa e humedeció sus labios antes de hablar, me miró de arriba a abajo. Y supuse que no me había visto antes.
Suspiró y subió su mirada hasta mis ojos, me acerqué a ella lentamente, aunque ahora no tuviéramos demasiado tiempo.
Sentí su piel arder bajo mis dedos cuando acaricié sus mejillas ligeramente sonrojadas. Una curva dio lugar en sus labios - Luego nos vemos, salgo en dos minutos - musitó.
Y lo hizo antes de mirarme y apartarse de mi una vez más.
Fruncí el ceño cuando intentó alejarse, pero cogí su brazo con dulzura, deteniendo su camino y pegándola a mi cuerpo.
- Eh - la obligué a mirarme - ¿Qué ha pasado?
- No ha pasado nada, ¿que va a pasar? - sonrió.
- Dime la verdad - casi le ordené mientras mis manos recorrían su cuerpo. ¿Es que acaso había decidido dejarme de nuevo?
Sentí sus manos acariciando las mías y mirándome a los ojos.
Me miró fijamente, durando unos cuántos segundos.
No sabría descifrar el rompecabezas que su mirada me trasmitía, pero de lo que si estaba seguro, es que algo había pasado.
- Tengo que irme, Justin - musitó con voz casi inaudible.
Fruncí el ceño cuando noté su tono frío, a pesar de la sonrisa que intentaba dibujar cuando mis manos paseaban por su cuerpo.
Esta vez no la atraje hacia mi cuerpo sino me interpuse en su camino. Ella dejó escapar un suspiro frustrado y me miró.
- ¿Me esperarás cuando terminé el concierto? - ella me miró a los ojos, sin hablar - ¿Cuando esto terminé me contarás que pasa?
Me miró a los ojos y supe que estaba apunto de decir algo, pero Dan se acercó a nosotros y cogió suavemente a Naira del brazo.
- Vamos, vamos, ¡es la hora! - exclamaba mientras la llevaba hacia la entrada al escenario. Ni si quiera miró a atrás antes hacer la cuenta atrás a su salida al escenario. ¿Qué es lo que había pasado en mi ausencia? ¿Qué era lo que de repente la había arrastrado lejos de mí? Gruñí frustrado y pasé la mano por mi cabello. Sin entenderlo. Hasta que Angela apareció en la sala.
Mis ojos la recorrieron y entonces lo entendí inmediatamente.
Ella era la razón de todos mis problemas.
Miré desde el backstage como Naira cantaba frente a millones de personas que gritaban emocionadas, con ganas de más.
La observé. Observé sus movimientos y sus gestos.
Observé la manera en la que sus caderas se movían al ritmo de la música y como su cabello acariciaba su dulce rostro.
Como los bailarines se acercaban para delinear su figura.
Tragué saliva cuando uno de ellos pasó sus manos por su cintura y una chispa de celos se encendió dentro de mí.
Eran celos. Los mismos celos que me comían por dentro, aún sabiendo que solo era una puesta en escena. Que realmente no la estaba tocando. Que yo si podría hacerlo cuando quisiera.
Y eran los mismos celos que ella sentía cuando estaba cerca de Angela. No solo porque nos toquetearamos a lo largo de la canción, si no porque, la canción que cantábamos había sido escrita por nosotros. Era algo especial para ella.
Y yo lo único que estaba haciendo era cantarla con otra chica.
Era un tremendo idiota.
-
-
-
-
Dejé el escenario mientras sentía como varias gotitas de sudor caían por mi frente. Salí del escenario con una sonrisa.
Entré al backstage y todo el mundo comenzó a moverse como loco, recogiéndolo todo lo mas rápido posible, Carin y Scooter me esperaban allí fuera, junto a Angela y un par de personas más.
Busqué con la mirada a Naira, pero está claro que no estaba allí.
Scooter me sugirió que saliera ya del recinto y me dirigiera al hotel. Donde saldríamos mañana por la mañana temprano.
En cuánto llegamos al hotel me dirigí hacia su habitación.
Ni si quiera pensé en darme una ducha antes de visitarla.
Toqué varias veces en la puerta. Pero nadie contestó.
Ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera.
Suspiré y me senté en el suelo, al lado de su puerta.
¿Es que ella no quería abrirme la puerta? ¿Ni si quiera quería mirarme a la cara y hablarme? Pasé un dedo por mis sienes.
Esperé. Y volví a esperar. No sé cuanto tiempo pasé allí.
Hasta que escuché unas voces provenientes de el ascensor.
Escuché su risa acompañada de otra mas grave y para cuando levanté la cabeza, tuve que relajarme antes de mirarla a ella.
Ni si quiera se hubiera percatado de mi, si Luis no hubiera parado de reír para mirarme a los ojos fijamente.
Me levanté despacio, observándola a ella mientras lo hacía.
Esta miró a Luis y luego se giró hacia el para despedirse.
Lo escuché darle las buenas noches y soporté que posara sus labios en una de sus mejillas. Ella le sonrió y asintió a algo que no logré a atender pese a la distancia. Luis desapareció por el ascensor de nuevo y Naira se giró hacía mí. Yo la imité.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó, cuando llegó hasta mí.
- Esperándote. ¿Que hacías tú? - pregunté y pensé en auto golpearme, ese no es el camino el cuál debía llevar.
Ella alzó las cejas interrogante y continué - ¿No quieres hablar?
- No tengo nada que decirte. Me apetece mas dormir la verdad.
Suspiré una vez más por su frialdad y sentí como abría la puerta.
Como entraba en su habitación y se apoyaba en la puerta.
Sabía que era una invitación para que me marchara, pero no lo hice. Me acerqué a ella y paseé mis dedos por su suave mejilla.
La sentí suspirar ante las caricias que le otorgaba, la observé.
- ¿Tienes algún problema con que pasé la noche en tu cama? - pregunté casi en un susurro, supe que no se lo esperaba.
Subió su mirada hasta mirarme a los ojos y yo la miré. Interrogante.
Supe que estuvo debatiéndose por dejarme, o por cerrarme la puerta en las narices. Me acerqué mas a ella, y besé su frente suavemente, sentí que se estremeció bajo mis labios.
- Déjame quedarme contigo esta noche. Déjame demostrarte que eres la única a la que quiero a mi lado. Y que eres la única con la que me interesa compartir mi cama - susurré en su oído, la sentí estremecerse entre mis brazos cuando pasé una mano por su cintura y la empujé ligeramente hacia dentro de la habitación, quedando esta vez en el medio de la misma.
Cerré a la puerta a mis espaldas con mi pié, sin permitir que ni una parte de su cuerpo quedara separado del mío. Rocé mi nariz con la suya antes de que mis labios se perdieran entre los suyos.
Sonreí cuando la sentí relajarse y abrir sus labios para mí.
Deslicé mis manos entre las suyas y las subí hasta mi cuello, las sentí rígidas, sus manos no me acariciaban como lo hacían siempre, pero sin embargo, su lengua se hacía paso por mi boca, y la sentí estremecerse ante las caricias que le otorgaba.
- ¿Me vas a contar ahora lo que pasa? - susurré entre sus labios, ella no dijo nada, pero esta vez si se colgó en mi cuello.
Sonreí y no me lo pensé dos veces, me erguí y la cargue entre mis brazos, mientras la besaba. Ella sonrió y cuando llegamos a la cama y la dejé caer ligeramente, para luego ponerme encima.
Se acomodó debajo de mí y comenzó a juguetear con los cordones de mi suéter. Paseé mis manos por su rostro, apartando el pelo que se le había colado, y ella me sonrió - ¿Debería preocuparme? - susurré mirándola a los ojos.
Ella levantó su mirada hasta mis ojos y suspiró, negó con la cabeza rápido - Vamos dímelo - mis labios rozaron su mejilla, cada parte de su rostro hasta que se perdieron en su cuello.
En el cuál me di el lujo de perderme unos segundos, dejé un par de besos húmedos justo ahí, y luego debajo de su oreja.
Atrapé el lóbulo de su oreja entre mis labios, y ella suspiró.
- Yo... - tartamudeó cuando mi lengua se deslizó por su cuello.
- Naira, ¿has dudado en algún momento de que no me interesa otra chica que no seas tú? - subí mi mirada hasta sus ojos.
Sus dedos dejaron de acariciarme y me miró fijamente.
- ¿Debería? - su voz fue casi inaudible, la miré atentamente y supe que no pensaba realmente lo que había dicho, sacudió su cabeza - Puede que me haya puesto un poco celosa cuando te he visto hoy con Ángela, pero no puedo, no lo soporto. He estado viéndote, como te mira, como la miras, como cantan la canción que tu y yo compusimos, ¿como no voy a ponerme celosa? Lo veo y es como si viviera todos los momentos en los que no estaba aquí y en los que ustedes estaban juntos aquí y ... - comenzó a hablar de forma atropellada y sentí sus manos empujar mi pecho ligeramente para que me quitara de encima.
Me partió el corazón al ver que se sentaba en la cama y tapaba su rostro con sus manos, la sentí sollozar levemente.
- Eh princesa, ven aquí... - sentí como se tiraba a mis brazos, escondiendo su cabeza en mi pecho mientras lloraba.
La sentí desahogarse mientras acariciaba su espalda y le susurraba lo mucho que la quería. Besé su cabeza.
Se separó de mi para mirarme a los ojos, paseé mis dedos por debajo de sus ojos cristalinos y ella hizo una mueca - Eres la única para mi. Lo único que hice cuanto te fuiste fue extrañarte. Y contarle a todo el mundo lo mucho que lo hacía.
- Oh Justin... - la escuché sollozar de nuevo y se tiró a mis labios con fuerza y pasión, tanta que acabó encima de mí. Reí entre sus labios y ella paseo sus manos por todo mi cuerpo, acercándome hacia ella todo lo que podía, notando su corazón latir debajo de su ropa, paseé mis manos por su rostro, apartándole el pelo.
- Naira... - susurré y ella atacó mi cuello, besándolo, mordiéndolo, lamiéndolo.
- Por favor, por favor, me muero por sentirte Justin... - tragué saliva ente sus palabras y se me hizo imposible no ponerme duro cuando sentí sus manos esconderse dentro de mi camiseta, tocando la piel ya caliente de mi abdomen, sentí sus manos perdiéndose en mi pecho y volviendo a bajar hacia el inicio de mis pantalones, gruñí cuando sus manos nerviosas comenzaron a quitarme el cinturón. Mordió mi labio ligeramente.
En un movimiento rápido, la puse debajo de mí.
Gimió cuando la incité a abrir sus piernas para colocarme entre ellas, sus piernas se enredaron mi cadera, y me apretaron contra su feminidad, lo cual provocó una increíble fricción que me volvió loco, gruñí entre sus labios cuando repitió el movimiento.
Era increíble la manera en la que me calentó en unos segundos.
Pensé en resistirme, en mantener lo que había dicho hacía unas horas antes, pero me era imposible pensar con las manos de la chica que quería jugueteando entre mis pantalones.
Cuando me di cuenta mis manos ya se habían colado por su camiseta, que desapareció por algún lado de la habitación.
Con mis manos llegué hacia el pantalón de su pijama que bajé rápido, sin tan si quiera pensar en nada mas que en tenerla desnuda frente a mí, moviéndome dentro de ella sin cesar.
Me puse de rodillas en la cama mientras ella terminaba de desnudarse ante mí, yo hice lo mismo y ella rió entre mis labios mientras terminaba de quitarme los boxers apresuradamente.
Me puse encima de ella, con mis manos en cada parte de su cuerpo, evitando que todo mi peso cayera en su cuerpo.
Mis manos se deslizaron entre sus pechos y ella gimió en mi oído mientras cogía un condón y me lo colocaba.
Gruñí cuando sentí sus dedos acariciándome, acaricié su centro suavemente, y ella me enredó con sus suaves piernas.
- ¿Me quieres? - tartamudeó mientras sus dedos se hacían paso en mi miembro, dirigiéndolo hacia su entrada. Gemí.
- Mucho Naira. Dios mio - se arqueó hacia mí cuando entré en ella. Jadeó y mis labios se perdieron entre los suyos, callándola.
Cortó el beso para volver a gemir y me miró a los ojos, la analicé, y me dieron ganas de comermerla. Sus ojos, llenos de lujuria, de pasión, de amor, me embriagaron, me moví dentro de ella.
- Demuéstrame que tanto - movió sus caderas contra mí, y besó mis labios una vez más, callándonos mutuamente para evitar despertar a medio hotel con nuestros gemidos.
Me moví dentro de ella, una y otra y otra vez.
Mis manos se movían desesperadas por sentirla, por sentirla cerca de mí, a pesar de que no pasaba ni el aire entre nuestros cuerpos, besé su cuello mientras sentía como los músculos de Naira se contraían alrededor de mí, me moví de nuevo.
En unos segundos, un gemido desgarrador salió de sus labios y echó su cabeza hacia atrás, dejándome su cuello a mi merced.
Besé su barbilla, y estallé yo dentro de ella, segundos después.
Me quedé allí, dentro de ella, sintiéndola, amándola.
Esperando a que su respiración se calmase.
- Eh, ¿estás bien? - ella dejó caer su cabeza en la almohada y cerró sus ojos, yo salí de ella y volvió a gemir. La observé.
- Mmmm - musitó y cogió aire para después soltarlo.
- ¿Y eso que significa? - pregunté divertido, ella abrió los ojos, y una vez mas entendí, porque me había enamorado de ella.
Su mirada me hizo querer quedarme entre sus brazos siempre.
Me hice a un lado de la cama y tapé nuestros cuerpos con la sabana de su cama, me dejé caer en su pecho, y ella sonrió.
No dijo nada, ni yo tampoco, pero no hizo falta.
Porque sentí sus manos acariciándome, los latidos de su corazón justo debajo de mi cabeza, supe que quería que esos sonidos fueran los que determinaran mi camino.
Que sus manos fueran las que me acariciaran siempre.
Y ya no cabía ninguna duda, de que este era el momento de mi vida y Naira, era la mujer con la que quería compartirlo.
Y de repente todo se volvió negro, caí en los brazos de Morfeo.
|| Narra Naira ||
Sentí como la respiración de Justin se relajaba entre mis brazos.
Y yo tarde poco en acompañarle. Me dormí profundamente.
Cuando desperté, por la mañana, Justin aún estaba encima de mi cuerpo, me moví un poco y de repente se quitó de encima de mí y se puso boca abajo, y cuando eso sucedió, no pude evitarlo, mi mano voló hacia sus rostro, acariciándolo durante minutos incontables. Acariciando sus labios, sus mejillas, su nariz, la pequeña curva que le salía en el entrecejo cuando dormía.
Sentí sus brazo en mi cintura, atrayéndome a su cuerpo.
- Buenos días, preciosa - se estiró un poco y yo le sonreí - ¿Como amaneció la cosa mas bonita del mundo? - yo reí.
- No lo sé, ¿como amaneciste? - el rió y sacudió su cabeza para estrecharme entre sus brazos. Me dio un beso rápido.
- ¿Cuánto llevas despierta?
- No sé, quizás un cuarto de hora - sentí como abrió sus ojos.
- ¿Y que has echo en un cuarto de hora?
- Déjame pensar... - me hice la pensativa - Mirarte, acariciarte, ah y te he robado un par de besos, no he podido resistirme.
- ¡No me lo puedo creer! - se hizo el ofendido, reí -¿Y no me has despertado para devolvértelos? - se acercó a mi.
- Aún estas a tiempo - casi no me dio tiempo a decirlo, porque se había tirado literalmente en mis brazos, besándome.
- ¿Qué tal estuvo anoche? - preguntó en un susurro perezoso aún sin abrir los ojos. Reí sin poder evitarlo y el sonrió ligeramente.
- Perfecto ... - acaricié la curva de su labio, y el cogió mi mano para besarla - bueno, tu estuviste perfecto, yo no hice nada.
Abrió sus ojos para mirarme y alzó sus cejas, apoyó un brazo en la almohada y me miró atentamente, yo lo sonreí.
- Eres perfecta - susurró a centímetros de mí - Y me llena de orgullo y satisfacción saber que todo lo que sabes lo aprendiste conmigo - alcé las cejas y el rió sonoramente, me besó.
- Si ya, porque tú no - se acercó para besarme y sus manos se deslizaron entre las sábanas, reí cuando sus manos se perdieron entre mi vientre, haciéndome cosquillas.
Reí con fuerza mientras gritaba su nombre y cuando ya estaba diespuesta a tirarme encima de su cuerpo para exigirle mi sección de besos, ambos nos paramos en la cama cuando alguien tocó la puerta, y no suave precisamente.
Me puse la ropa interior rápidamente y me coloqué la camisa de Justin por encima, mientras me dirigía a abrir la puerta.
Sentí una palmadita en mi trasero de parte de Justin, le fulminé con la mirada mientras abría la puerta, la sonrisa se me congeló.
Cuando su mirada se deslizo entre mi cuerpo, supe que faltaba tela para taparme y que llevara la camiseta de Justin no ayudaba para nada, crucé las piernas, pero nada iba a mejorar el humor de mi visitante aunque me escondiera detrás de la puerta.