sábado, 19 de enero de 2013

Capitulo {142 y 143} : ¿Que tal Ric?


|| Narra Naira ||
El agua caía por todo mi cuerpo, mientras yo intentaba relajarme y reflexionar sobre esta situación. Ahora bien, ¿Qué es lo que debería hacer? ¿Debería acabar con esto o debería quedarme, hacer como si nada hubiera pasado con la certeza de que volverá a suceder?
Después de unos cuántos minutos, salí de la ducha y me envolví el cuerpo en una toalla, busqué el peine y salí del cuarto de baño aun pensando cual debería ser mi actitud.
Estaba furiosa, pero no solo eso. Estaba apenada, sabía que aunque habláramos lo sucedido e intentáramos arreglarlo, no tendría solución a largo plazo. Cada vez que discutamos nos lo echaríamos todo en cara, y acabaríamos peor. Aun sabiendo que irme sería la mejor solución para los dos, cuando entré en nuestra habitación y lo vi sentado en la cama, con un ramo de rosas entre sus manos, contuve el aliento. ¿Cómo iba a ser capaz de dejar algo que me había echo tan feliz todos estos años? Cuando alzó su mirada hacia mí, sus ojos reflejaron el dolor de los míos, y en ese momento supe que no sería capaz de irme. No sería capaz de dejarlo.
Me quedé quieta en el centro de la habitación, mientras pensaba lo que debería hacer.
Justin se levantó de la cama, con la intención de acercarse a mí. Pude ver en sus ojos una clara disculpa, pero levanté la barbilla. Esta vez no iba a ser como las demás.
Llegó a mi altura y elevó su mirada hacía la mía, estiró su mano para tocarme, pero instintivamente me aparté, esquivando sus caricias. Él frunció el ceño con fuerza.
-Sal de aquí. Voy a vestirme – murmuro mientras apretó el agarre de la toalla en mi pecho, el me observa un segundo antes de comenzar a hablar.
-Naira, no hagas esto. Me mata que no me dejes tocarte. Yo… - se le escapa un jadeo e intenta rodearme entre sus brazos, pero el sonido de mi teléfono en su bolsillo le interrumpe, lo miro con cara de acusación antes de separarme de nuevo.
-¿Por qué tienes mi teléfono en tu bolsillo? – pregunto mientras estudio su expresión, el frunció el ceño de nuevo. Lo hace a menudo cuando está confundido.
-No han dejado de llamar en todo el tiempo que estabas en la ducha, yo solo... solo quiero que tengas tu atención en mí un momento. Quiero explicarme – elevo las cejas ligeramente mientras trato de relajarme y no comenzar a gritar como una histérica.
-Dame el teléfono Justin.
-Solo escúchame un minuto y te prometo que te lo daré – el móvil para de sonar y yo estiro mi mano para que me lo de, el mira mi mano y niega con la cabeza – escúchame.
-Dame el maldito teléfono. Hay gente que si recuerda mi cumpleaños y quiere felicitarme. – y no había terminado de decir la frase cuando supe que no debería haberla articulado. Justin da un paso amenazante hacía mí, lo que causa que yo retroceda hasta tropezar con la pared. Llega hasta mí y pone sus manos a mí alrededor, contengo el aliento al sentirlo tan cerca, al sentir su respiración acelerada mezclarse con la mía. Sus ojos queman los míos, con una mirada amenazante, seductora, lujuriosa. Jadeo cuando siento que sus manos dejan la pared y bajan por mi cuerpo lentamente, siento sus nudillos en mi mejilla y como una de sus piernas se hacen paso entre las mías, y segundos después, siento su boca sobre la mía, reclamándome. Y siento que voy a perderme. Oh dios mío. Una de sus manos baja por mi cintura hasta mi trasero, pero me detengo. ¿Es esto lo que quiero? ¿Follar solo porque estamos furiosos? Cuando todo acabe, solo estaremos más confundidos y enfadados que al principio. Por primera vez en todo este tiempo, sé que esto no nos va a llevar a ningún sitio. Niego con la cabeza y los labios de Justin dejan los míos con un pequeño sonido.
-No podemos solucionar todos nuestros problemas con sexo Justin. No es así como se hace – frunce el ceño antes de separarse de mí y mirarme fijamente.
-Es así como lo hemos hecho siempre… necesito saber que estamos bien – murmura y noto su clara confusión a medida que salen las palabras de su boca.
-No lo estamos. Has olvidado mi cumpleaños y te has ido de viaje de negocios a Florida. ¡Por supuesto que no estamos bien! – como si todo lo sucedido volviera a mi mente, insisto en que se separe de mí, me dirijo hacia el armario mientras me visto apresuradamente. Solo quiero salir de aquí… hacer algo para distraerme y pensar en qué hacer. En cómo debería tomarme esto. Pero… ¿con quién vas a salir estúpida? Me grita mi subconsciente. No tengo a nadie aquí. Solo… solo lo tengo a él. Ese último pensamiento me hace enfadarme aún más. ¿Qué es lo que he hecho con mi vida en estos últimos años? Gruño mientras me pongo los zapatos, y siento la mirada de Justin clavada en mi espalda. Santo Dios. ¿Qué demonios voy decirle ahora?
-¿Qué estás haciendo? ¿Por qué te vistes tan deprisa? ¿¡Quieres parar de una vez?! – murmura ¿alarmado? Mientras me sigue por toda la habitación. Entro al baño para tratar de peinarme, y él me sigue. Veo su reflejo detrás de mí, con las manos en el aire – ¿A dónde demonios vas Naira? Por el amor de Dios. ¿Quieres escucharme?
Niego mientras me hago una coleta alta y me pellizco un poco las mejillas. Salgo del cuarto de baño sin mirarle y cojo mi bolso. Escucho sus pasos acelerados detrás de mí, respiro hondo.
Y me doy la vuelta y antes de que pueda abrir la boca, lo hago yo.
-Solo voy a tomar el aire un rato, quizás me tome un café o… no lo sé. Solo necesito un rato a solas… – observo como sus manos se deslizan por su cabello, signo de que está frustrado y no sabe qué hacer conmigo. Que irónico.
-Pero… es tu cumpleaños. No huyas de mi Naira, por favor. Déjame invitarte a comer y hablaremos. Espera a que me vista y voy contigo… solo dame un minuto.
Niego con la cabeza y me acerco a él colocando el cuello de la camisa que se acaba de poner apresuradamente, descanso las manos en su cuello un segundo. Y me inclino para rozar sus labios. Él cierra los ojos.
-Es demasiado temprano para comer, Justin. No te preocupes, volveré pronto – sonrío ligeramente antes de rozar su mejilla con la yema de mis dedos y darme la vuelta hacia la puerta. Cuando la abro y me dispongo a salir, su voz me interrumpe.
-¿Por qué tengo la impresión de que estás dejándome? – la urgencia de su voz me rompe por dentro. Me doy la vuelta y lo observo atentamente.
-Eso es absurdo. ¿A dónde voy a irme? – murmuro mientras pongo los ojos en blanco y alzo los brazos al cielo en un necio intento de que me sonría. – Por el amor de Dios Justin, no voy a irme a ninguna parte. Solo quiero estar unas horas a solas o quizás vaya a buscar a Ric para ponernos al día. Tomar café, contarnos chismes. Solo quiero aclarar mis ideas para no acabar follando contigo en vez de arreglar nuestros problemas – siento su mirada suavizarse y sus hombros caer.
-Está bien, pero vuelve pronto – me dispongo a irme mientras me palpo los bolsillos, me giro de nuevo con los ojos entrecerrados.
-No tan rápido listillo. Devuélveme mi móvil – sonríe abiertamente y creo que es la primera sonrisa sincera en todo el día, cruza los brazos sobre su pecho.
-Lo he puesto en tu bolso mientras tú tratabas de huir de mí por toda la casa – sonrío mientras niego con la cabeza y ahora si me dispongo a irme.
-Vuelve pronto, Naira.
Asiento con la cabeza antes de dedicarle una última sonrisa y salir por la puerta.
Una vez esperando al ascensor, marco el número de mi último estilista Ric.
Suena un par de veces antes de escuchar su tan inconfundible voz de pito.
-Hola Ric, ¿Te hace un café y charla de chicas?
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-Bueno… cuéntame la última hazaña de Justin – murmura Ric una vez sentados en el café. Mi sonrisa se desvanece y él se pone serio – ¿tan grave ha sido esta vez?
Me acomodo en el asiento. Siempre acudía a Ric cuando Justin se iba o me dejaba para ir de viajes de negocios, no era algo fuera de lo normal para mí, pero él no entendía porque me dejaba en casa mientras se iba a negociar por ahí. Aunque él siempre me daba la misma solución que yo a todos estos problemas… una solución que yo nunca era capaz de cumplir: Marcharme. Me remuevo en el asiento y levanto la cabeza mientras juego con el vaso de mi café.
-Ha olvidado mi cumpleaños, Ric. – me mira fijamente unos cuántos segundos, antes de asegurarse de que no era ninguna broma. Frunce el ceño y abre la boca varias veces. Niega con la cabeza antes de darle un sorbo a su café – di lo que tengas que decir.
-Bueno, está claro que es algo muy grave… – entrecierro los ojos hacia él, sabiendo que no es eso lo que quiere decir – está bien. Es una putada, Naira. Una de las grandes. Sé que querías que esto funcionara de verdad, y no te importaba que él tuviera que viajar un par de días cada semana siempre y cuando volviera contigo a casa. Pero esto… esto ya no es lo mismo. Justin no es el mismo. Está tan metido en los negocios porque vive con la certeza de que estarás ahí cuando llegue a casa. Siempre lo estás. No estás viviendo tu vida como una chica normal de 18 años Naira. Estás en casa esperando a que tu novio famoso deje de negociar y te dedique un minuto de su tiempo. No es justo. Eso…eso simplemente no está bien.
Me muerdo los labios, con fuerza. Siento el gran nudo en la garganta que me había obligado a tragar al dejar la casa de Justin… mi casa. Sí, mi casa. Nuestra casa. ¿Es eso incluso normal?
Ric tiene razón, siempre ha tenido razón pero yo no he sido capaz de admitirlo.
Sé que está relación no me llevaría a ningún sitio, que nos hemos quedado atascados en el tiempo, en el momento. En que quisiera que todo fuera un cuento de hadas. Siempre había pensado que el amor era lo único que necesitaba para ser feliz. Pero… ¿es lo único que necesito ahora?
-Pero… pero, yo le quiero Ric – susurro con voz ronca, tratando de convencerlo de que no puedo irme, de que él es mi hogar. De que todo saldrá bien. – saldremos de esta – murmuro y Ric me mira unos segundos antes de tenderme la mano por encima de la mesa y darme un ligero apretón.
-¿Estás tratando de convencerme a mí, o a ti misma? Márchate Naira, vive la vida, haz lo que te gusta hacer, sal de fiesta, emborráchate, comete errores y aprende de ellos, enamórate una vez, o tal vez dos en una noche, haz locuras y arrepiéntete de ellas luego. No pienses nada demasiado. Tienes 18 años y toda una vida por delante. Cuando tengas 80 te gustaría ver que no todos los recuerdos de tu adolescencia son con un chico por el que lo dejaste todo y te perdiste en él y su mundo. Vete, haz tu vida, y vuelve cuando estés lista. Cásate, ten diez hijos y comparte una casa con él. Pero no vivas una vida de casada a los 18 años, porque no es lo que te mereces. Sé que le quieres y que separarte de él te parece algo inadmisible. Pero querida amiga… si es amor verdadero, no importa cuánto tiempo pase, ni quien este de por medio, no importa cuántos kilómetros os separen, que la vida, volverá a juntaros.
-¿Y si no lo hace? – murmuro mientras me derrumbo y siento las lágrimas caer por mis mejillas – ¿Y si lo pierdo para siempre, Ric? ¿Y si cuando vuelvo el ya no me está esperando? ¿Y si...? – un sollozo me interrumpe y Ric salta a mi lado para estrecharme entre sus brazos. Descanso en su regazo mientras empapo su camisa con mis lágrimas.
-Entonces lo sabrás, pequeña Naira.
De camino a casa, Ric se baja para acompañarme hasta la puerta. Giro en mis talones y le sonrió mientras toco la mancha de rímel que tiene en la camisa.
-Lo siento por eso Ric.
-No tengo novios celosos esperándome en casa, no te preocupes. – sonrío y el da un paso hacia delante, hacía mí y me rodea la cara con las manos mientras busca mi mirada – ¿No te irás, verdad?
-No puedo – me encojo de hombros y él sonríe mientras se acerca y me besa la frente.
-Ojala pudiera encontrar a alguien que me quisiera, tanto como tú lo quieres a él – abro la boca para decir algo pero me interrumpe – Si acaso te fueras, quiero que sepas que no tienes que sentirte culpable.
-No voy a irme, Ric.
-Pero si lo hicieras. En tal caso lo harías por su culpa. No por la tuya. Casualmente siempre es su culpa, Naira. – sonríe abiertamente – Y si no te fueras, nos vemos el lunes, quiero que vengas a comer conmigo. Yo invito.
Asiento mientras sonrió y veo como vuelve a su coche. Abro la puerta del portal y le despido.
Cuando me giro me tropiezo con alguien y ahogo un grito. Es Justin.
-¡Oh dios mío, me has asustado! ¿Qué estás haciendo aquí? – lo miro de arriba abajo y veo que lleva su ropa de ejecutivo sexy puesta. – ¿De dónde vienes?
-He… salido a comprar algunas cosas. ¿Qué tal Ric? – pregunta mientras se dirige al ascensor, y me invita a pasar primero, lo miro fijamente.
-¿Y las bolsas? – la pregunta sale torpemente de mi garganta. El me mira, expectante.
-¿Qué bolsas, Naira?
-Las de las cosas que has ido a comprar. Has dicho que has ido a comprar ¿no? – mantiene su mirada con la mía unos segundos antes de sonreír.
-¿A qué viene tanta pregunta? Las he subido arriba y mientras lo hacía te he visto con Ric en el portal y he bajado a buscarte. ¿Vas a subir al ascensor o prefieres que suba contigo por las escaleras? – murmura sonriente y yo ruedo los ojos mientras entro a su lado en el ascensor.
Abre la puerta y se quita la chaqueta de ejecutivo sexy, la cual deja colgada en una de las sillas del salón, se gira y me mira mientras desabrocha los botones de su camisa.
-Voy a pegarme una ducha rápida. Como ya es tarde pensé que podíamos ver alguna película y preparar algo para cenar. A menos de que quieras salir a alguna parte.
-No. Peli y cena es genial – sonrío mientras cojo su chaqueta de la silla y me dirijo hacia la habitación. Él me sonríe antes de frotar su cabello y señalar hacia el baño.
-Bien. Voy a… voy a ducharme.
Asiento sonriendo y una vez en la habitación, algo cae del bolsillo de la chaqueta de Justin. Su teléfono. Suspiro mientras lo recojo y lo coloco encima de la cama de nuestro cuarto.
Mientras cuelgo la percha en el armario, el móvil de Justin vibra.
Lo cojo entre mis manos y no puedo evitar leer el mensaje que sale en la pantalla.
Tú avión hacia Denver, sale mañana a las 11:35.
Trata de estar un poco antes en el aeropuerto, y no llegues tarde como siempre haces.
Sé que los aviones esperan por ti, pero me ahorrarías mucho trabajo.
Hasta mañana. Stephanie.

domingo, 7 de octubre de 2012

Capítulo 141 : el peor cumpleaños de mi vida.


|| Narra Naira ||
Estoy tan enfadada ahora mismo, ¿Cómo se ha podido olvidar de mi cumpleaños? No es que quisiera una fiesta por todo lo alto ni mucho menos… pero que se acordara tampoco estaría mal. Me siento en la cama, pensado deliradamente. A lo mejor no es cierto. Mi teléfono móvil vibra entre mis manos y lo miro rápidamente. Un mensaje de Justin.
Querida Naira,
Espero que se te haya pasado el enfado de esta mañana.
Cree que me gustaría haberme quedado en la cama contigo… mucho. Pero el deber me llama. He tenido que coger un avión urgente hacía Florida. Estaré de vuelta el lunes.
Te quiero mucho. Justin.
Tiro el móvil a la cama, y pongo las manos sobre mi cabeza. No solo no va a volver para mi cumpleaños, si no que no lo veré hasta el día siguiente del mismo. ¿Podría esto ponerse aún peor? Respiro profundamente y me tumbo en la cama. Intentado relajarme y pensar que todo va a ir bien. Me acurruco en el lado de Justin y mientras pongo mi cabeza en su almohada su olor inunda mis sentidos y se forma un nudo en mi garganta. Sonrió tristemente… Oh Justin, ¿porqué has tenido que olvidarlo? Pienso mientras lentamente caigo en los brazos de Morfeo.
Me despierta mi móvil vibrando en la cama, me frotó los ojos antes de estirar mi mano y cogerlo entre quejidos. Miro la hora, son las tres y media de la mañana y lo primero que me viene a la mente es que ya es mi cumpleaños. Y estoy aquí. Sola. Reprimo un sollozo que sale de mi garganta y pongo toda mi atención en la pantalla de mi teléfono.
Tengo once llamadas pérdidas de Justin y casi la misma cantidad de mensajes… me está llamando en este mismo instante. Me siento en la cama, mientras decido si cogerlo o no.
Oh, pues claro que no voy a hacerlo. Cuelgo y me acurruco de nuevo entre las sábanas de seda mientras pongo mi móvil en silencio. Un poco de sufrimiento no le hará daño. Me voy a mi bandeja de entrada y comienzo a leer los mensajes que me ha mandado.
El primero es a media noche.
“Parece que estás realmente enfadada si ni si quiera contestas a mis mensajes. No me tomara mucho tiempo el estar ahí. Podría mandar a alguien a recogerte si así lo deseas. Pero no me ignores… por favor.”
El otro es solo media hora mas tarde.
“Sé que hay un cambio de horario de Los Ángeles hasta Florida, ¿pero podrías por favor contestar a mis llamadas? De verdad necesito disculparme”
Y luego otro. Casi dos minutos más tarde.
“Cógeme el teléfono. Siento lo que ha pasado esta mañana. De verdad que lo siento. Naira me estoy volviendo loco. Contéstame por el amor de Dios o no se lo que seré capaz de hacer”
Oh, esto de verdad ha cambiado. Esta enfadado. Suelto un sollozo aún mas fuerte, el de verdad piensa que estoy enfadada con el por haberme rechazado esta mañana. El realmente todavía no se ha dado cuenta de que es mi maldito cumpleaños. Me acurruco aún más. Y mientras leo los mensajes me llega otra llamada, la cual rechazo y sigo leyendo. Y me llega otra. Y la vuelvo a rechazar. ¡Maldita sea!
“COGEME EL MALDITO TELÉFONO NAIRA”
Eso son mayúsculas gritonas. Él está realmente enfadado conmigo. Bien. Puede entender como me siento ahora mismo. Sacudo mi cabeza culpable. Sabiendo la rabia que yo sentiría si él no me cogiera el teléfono. Por esa misma razón dejó el móvil sobre la mesa de noche y cierro los ojos. Y en la oscuridad y soledad de mi habitación siento de verdad que esto tenga que ser así. Tan frío entre nosotros. Oh dios, te quiero tanto Justin.
La luz que entra por la ventana me da en plena cara. Con un quejido ruedo sobre la cama y me tapó la cabeza con las sábanas. Al hacerlo me doy cuenta de que la cama esta vacía y como un rallo de luz todo me viene a la cabeza. Justin. Mi cumpleaños. Vaya… mi cabeza va a explotar.
Me destapo la cabeza y mientras estiro la mano para coger mi teléfono aún con los ojos cerrados, palpo en la mesa de noche pero no lo encuentro por ningún lado. Lo busco entre las sábanas, pero tampoco. Exasperada me quedo quieta un momento. ¿Dónde demonios está mi teléfono? Me siento en la cama y cuando lo hago suelto un grito ahogado.
Justin está sentado justo enfrente de la cama. Mirándome fijamente, con mi teléfono móvil en su mano. Le echo un vistazo rápido. Oh dios mio. Va vestido como un ejecutivo sexy.
Con el traje y su corbata media desatada y los primeros botones de su camisa desabrochados. Aún tiene los zapatos puestos y su pelo revuelto solo lo hace parecer más sexy de lo que es.
Miro su rostro. Santo Dios. Él está realmente enfadado. Tengo que luchar contra las ganas de echarme a llorar como una adolescente ante su intensa mirada de enfado. ¡Crece Naira! Me dice mi diosa interna. La verdad es que, ya tengo un año más. ¿Qué debería hacer?
-Hola – digo en un susurro mientras me despojo de las sábanas. El mira mis movimientos mientras gira mi teléfono móvil entre sus dedos.
-Hola – dice con voz baja y ronca. Pero su rostro sigue sereno.
-¿Qué haces aquí? – preguntó torpemente. Por el amor de Dios. Relájate Naira. No es que me vaya a poner sobre sus rodillas o algo por el estilo. Trago saliva.
-De verdad no estabas contestándome y estaba preocupado por ti. Cuando llegué vi que habías estado leyendo algunos de los cientos de mensajes que te envié pero sin embargo no contestaste a ninguno de ellos. ¿Por qué Naira? – pregunta realmente enfadado y no sé si debería decírselo ahora. Sospecho que no tiene ni una vaga idea de porque estoy tan enfadada con él. Su voz se suaviza pero frunce el ceño – Pensé que estabas dejándome.
¿Qué? Jadeo en respuesta. ¿Yo dejándolo? ¿Olvidar mi cumpleaños es motivo suficiente para dejarle? Bueno… seguramente sí. La dura verdad es que no me atrevería a dejarlo ni aunque me hiciera todo el daño del mundo. Frunzo el ceño ante ese pensamiento. ¡Claro que lo harías!
-No era eso lo que hacía – murmuro y ni si quiera reconozco mi voz. La verdad es que a lo largo de todo este tiempo hemos tenido muchas peleas. Algunas de ellas muy fuertes. Tenemos un carácter similar, por lo que chocamos mucho. Siempre tenía y sabía lo que debía decir en cada una de nuestras peleas. Pero en este momento estoy realmente en blanco. Miró su rostro. Esta vez todo es diferente. Esta vez no estoy segura si vamos a besarnos en medio de nuestra discusión y hacer el amor como locos hasta olvidarnos del porqué estábamos discutiendo. No esta vez. Su rostro se suaviza y se estira hacía la cama. Mi corazón se acelera cuando extiende una mano para tocarme pero me arrastro hacia el lado opuesto. Su mirada se nubla y se queda quieto.
-Por el amor de Dios Naira. No me hagas esto – murmura pero es casi un jadeo. Muerdo mi labio y sacudo la cabeza mientras reprimo las lágrimas que amenazan por salir. – Lo siento mucho. No debería haberme ido sin avisar. De verdad que lo siento.
Muerdo mi labio aún más fuerte sin saber que decir. ¿¡Cómo puede pensar que estoy enfadada solo porque se ha ido a Florida sin avisarme?! Me levanto de la cama rápidamente e ignorándolo me dirijo a paso ligera hacia el cuarto de baño. Lo oigo seguirme a través del pasillo de nuestra gran casa. Suya. En realidad. Me dice mi subconsciente.
-Por favor Naira, detén esto. De verdad que me hace daño. ¿Por qué estás tan enfadada conmigo? Ya me he disculpado contigo. Por el amor de Dios. No seas así. Me duele tu indiferencia – murmura mientras me persigue, lo que me hace girar sobre mis talones y encararlo. Lo miro a los ojos y veo que está realmente perdido. No sabe que pensar ni que hacer conmigo. Muerdo mi labio mientras lucho con las ganas de no ponerme a llorar como una idiota. Cojo aire profundamente. Tú puedes hacerlo Naira.
-¿Quieres saber porque estoy tan enfadada contigo? No tiene nada que ver con que últimamente no tengas nada de tiempo para mí. Que siempre te vayas y digas que tienes algo urgente que hacer. A pesar de que así ha sido la mayoría del último año, sigo aquí. A pesar de que me prometiste que nada iba a cambiar si decidía seguirte en esto. Que estar conmigo siempre iba a ser tu prioridad. No tiene nada que ver con que no me hayas dicho de tu viaje de mierda a Florida. Ni de que me hayas dejado en la cama tirada después de calentarme. De verdad te he dado muchas oportunidades para que te des cuenta de lo que pasa, pero estás tan metido en tu mierda que ni si quiera te enteras de que hoy es mi maldito cumpleaños. Y he dormido sola, en una cama que solía ser nuestra. Y has estado llamándome toda la puñetera noche pensando que estaba enfadada por que me hayas dejado con ganas de follar cuando en realidad por lo único que estaba enfadada era porque no estabas durmiendo conmigo el día de mi maldito cumpleaños – Un sollozo sale descontroladamente de mi garganta. No te vengas ahora abajo me digo. Miro su rostro y nunca lo había visto así. Desconcertado. Realmente dolido. Auch. Mi corazón duele también, pero continúo – Por eso estoy tan enfadada contigo. Y si me permites, soy yo la que tengo algo urgente que hacer ahora.
Miro su rostro una vez más antes de correr hacia el baño y encerrarme dentro. Y pienso que realmente este es el peor cumpleaños que he tenido nunca. Me quitó la ropa y me meto rápidamente en la ducha, dejando que el agua se confunda con mis lágrimas. Oh, Justin, ¿Qué voy a hacer contigo?

lunes, 13 de agosto de 2012

Capítulo {140} : "De puta pena".


~Tres años después~
Querer más. Hasta que querer más no es suficiente. Cuando pensabas que cuando todo estuviera mal, sería el amor lo que te salvaría. En realidad era eso lo que pensaba en ese momento de mi vida. Se fue Luis, pero ¿y qué? Sigo teniendo el amor de la persona que mas quiero. Pero a partir de ahí, a partir de ese momento, no fue Luis el único que se marchó de mi lado. Mi madre también se había ido. Y lo entiendo. Ya no tengo quince años, ya no es su obligación estar detrás de mí allá a donde vaya. Ha pasado mucho tiempo desde eso. Ahora tengo diecinueve años. Y sigo con la misma vida que tenía a los quince. ¿Eso era lo que quería? No. Y muy a mi pesar, cuando Justin dijo que apoyaría todo lo que yo quisiera ser, no pensó en las consecuencias que eso traería. Cuando Justin me dijo todo eso, no pensó en la distancia que implicaba al irme a estudiar al otro lado del mundo. Porque esto no es lo mío, está claro. Pero esto es su sueño. Desde que Justin empezó en el mundo de la música no ha parado. Giras mundiales. Promociones. E incluso a echo algo en alguna película. Justo lo que él quería. ¿Y que hay de mí? Estoy viviendo una vida que no quiero para mí. Desde que tengo quince años vivo de la misma forma, de aquí para allá, sin parar. Concierto por la noche, entrevistas por el día. ¿Por qué? Porque al final del día, Justin estaba conmigo. En mi cama. Porque hacer algo que verdaderamente no era lo mío, valía la pena en esos momentos. Pero no ahora. Siempre había pensado que sacrificar tus sueños por amor, era algo bonito. Que al final lo que hacías te acababa gustando. Por amor. Pero nada de eso es cierto. Cuando las cosas van de puta pena, van de puta pena. Ni el amor puede arreglar algo así. Y así es como me siento.
Porque el tiempo ha pasado. Han pasado cuatro años. Los mejores cuatro años de mi vida por una parte. Y los peores por la otra. Justin y yo no mudamos juntos a su casa en Los Ángeles cuando su gira terminó, no sin antes irnos de vacaciones a España. Justo como me había prometido que haríamos cuando su gira terminara. Ojalá hubiera cumplido todas las promesas por igual. ¿Qué debería hacer? Debería irme. Si. Eso es lo que voy a hacer. Voy a irme esta misma… Oh.
Sentí unas manos rodearme lentamente la cintura, la yema de sus dedos subiéndome poco a poco la camisa de seda.
Segundos después, cuando sentí su aliento en mi oído y su pecho pegado a mi espalda. Dejé de pensar. Podría decir que hasta se me olvidó respirar. Contuve el aire cuando sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja. Y susurró algo inentendible. Como si hablara para sí mismo. O quizás fuera yo. Porque otra cosa no. Pero lo que sentía al estar con Justin a los quince años. Es ahora incluso más fuerte. Y eso es lo que aún me retiene aquí. Justin depositó un par de besos húmedos debajo de mi oreja, y se me escapó la risa cuando sus manos se colaron dentro de mi camiseta, acariciando mi vientre, y esa voz matutina que siempre me hace perder la razón.
-¿En qué piensas? – su voz me sobresaltó. No era eso lo que me esperaba.
-¿Cómo? – me sentí ridícula cuando mi voz casi sonó inaudible. Carraspeé.
-Llevo despierto un buen rato, y sé que tú también. Respiras de forma diferente cuando estás durmiendo… ¿en qué pensabas en vez de darme un beso de buenos días? – No lo resistía más, me gire para mirarlo a los ojos. Una sonrisa se dibujo en sus labios cuando lo hice. Dios. ¿Cómo había pensando en dejar algo así? Tan… ¿perfecto? Tan… tan, tan todo. Qué me hacía temblar con tan solo susurrar mi nombre.
-Buenos días, Justin – Enredé mis manos en su pelo y lo atraje lentamente hacia mí.
-Buenos días, preciosa – su ronca voz mañanera me hizo sonreír aun mas. Y me hizo querer fundirme en su cuerpo para siempre. Sentí sus manos buscando mi cintura bajo las sabanas, obligándome a quedarme encima de su cuerpo – Aún no me has dicho en que estabas pensando – susurró entre mis labios, y lo ignoré completamente.
Y me besó.
Sus labios se posaron sobre los míos despacio, como si estuviera tratando con una muñeca de porcelana. Me acerqué aún mas a su cuerpo y el besó fue cobrando vida poco a poco.
Sus manos se deslizaron dentro de mis pantalones, acariciando mi trasero. Sonreí entre sus labios cuando sus manos me apretaron aún mas “si era posible” hacía él.
Sintiendo así su cuerpo contra el mío, no había nada que se pudiera comparar. Mis labios se deslizaron sigilosamente por su mandíbula, hasta llegar a su cuello.
Sus manos se deslizaron a mi cintura, deslizando la camisa del pijama hacia arriba, sacándola con mi cabeza, subiendo hasta acariciarme los pechos con sus dedos. Gemí en su boca y en cuestión de segundos me agarró con fuerza, haciéndome girar. Quedando automáticamente debajo de su cuerpo. Con un golpe de rodillas, abrió mis piernas y el encajó entre ellas, tan rápido como lo hizo, su virilidad hizo un movimiento mágico entre mis piernas.
Una y otra vez. Sentir la fricción que provocaba me hizo gemir de placer en su boca.
-Me vuelves loco…. – ya no había rastro de su voz matutina, esta dio lugar a una mas ronca y erótica que me hizo alzar las caderas en una deliciosa invitación.
Entre tantas cosas que habían cambiado, estas era una de las mejores. Sin duda el sexo había mejorado entre nosotros.
Cuando comencé a tomar la píldora y renuncié a la necesidad de utilizar condón. Y cuando fuimos conociendo cada una de las debilidades del otro. Él sabía justo el lugar donde tocarme... donde besarme, para hacerme llegar a lo más alto.
Para que irme con rodeos, el sexo con Justin es increíble.
Enganché mis piernas detrás de su cintura y apreté aún más mi cuerpo contra el suyo, no pasaba ni un poco de aire entre ellos.
Siempre me había preguntado que si esto salía mal, y no era él el hombre de mi vida, con el que tendría hijos y me casaría... ¿Podría alguien hacerme disfrutar tanto como él? Para que iba a engallarme... Probablemente no. Él había sido el primero, y en innumerables ocasiones, había deseado que fuera el último.
De repente, interrumpiendo mis pensamientos Justin deslizó una de sus manos dentro de mis pantalones. Acariciando mi feminidad mientras acariciaba mi cuello con su nariz.
-Piensas demasiado Cherry… - sonreí en cuánto escuché ese calificativo. Justin me había llamado así desde hacía un par de años, cuando en una increíble noche de placer, se dio cuenta de que la mancha de nacimiento que tenía en el interior del muslo, se parecía totalmente a una cereza. Me llama así desde entonces – Si no estás pensando en todas las maneras en las que voy a tomarte, entonces no pienses en nada.
Sentí una de sus manos deslizarse entre los pliegues de mi sexo, mientras respiraba de su mismo aire al tenerlo tan cerca, frente contra frente. Lo sentí gruñir encima de mí.
-Dios, estás tan mojada…. – lo sentí gemir en oído y como subía la cabeza para mirarme a los ojos – ¿Estás mojada para mí, Cherry? ¿Preparada para tomarme?
-Sí, dios sí – cerré los ojos al sentir sus húmedos besos en mi oreja. Por poco tiempo. Acarició lentamente mi espalda y me hizo alzar las caderas para deshacerse de mis pantalones de pijama y bajó mis pequeñas braguitas de paso. Sus labios se deslizaron hacia hacía debajo de mi cuello, lentamente hasta que se detuvieron en mi pecho.
Enredé mis manos en su pelo para hacerlo subir hasta mis labios. Dirigí mis manos a su bóxer y comencé a bajarlos con frenesí pero algo me detuvo. Un teléfono móvil.
Iba a decirle que no lo cogiera, que lo dejara sonar, y que me hiciera el amor hasta caer rendidos, justo como hacíamos antes, no importaba nada lo que pasaba fuera de nuestra habitación, ni aunque hubiera un terremoto nos enteraríamos, sus manos, mis manos, mis caricias, sus caricias, sus besos… pero no me dio tiempo, Justin ya se había levantado a coger su teléfono. Sorprendida y decepcionada al mismo tiempo suspiré y me incorporé hasta sentarme en la cama. Observándolo atentamente desde allí, sin despegar mi mirada de su cuerpo. Se movía de un lado a otro mientras se pasaba las manos por su pelo. Desnudo.
Después de unos largos minutos, colgó. Y ni siquiera me miró cuando comenzó a vestirse rápidamente. Me quedé inmóvil, esperando a que me dijera lo de siempre.
Se palpó los bolsillos, buscando su móvil, que estaba justo en la cama, a mi lado. Giró sobre sus talones y entonces me miró atentamente mientras se acercaba a mí.
-Lo siento cariño, tengo que irme – ahí estaba. La de siempre. La misma maldita frase de siempre. No me inmuté y él se inclinó para besarme pero giré la cara y su beso fue a parar a mi mejilla derecha – Naira… – comenzó, pero lo interrumpí incorporándome.
-Vete al infierno – murmuré entre dientes y me dirigí hacia el baño rápidamente, cerrando la puerta tras de mí, pensando que me seguiría. Y esperé, pero lo único que escuché fue el ruido de la puerta cerrándose. Se había ido. Cerré los ojos con fuerza.
Cogí aire y intenté no darle importancia. Sabía que me engañaba a mi misma pensando que nada malo estaba ocurriendo.
Me negaba a pensar que las cosas entre Justin y yo se estaban enfriando. Simplemente me negaba a pensar que ya no me amaba... o que ya no me deseaba. Me negaba a pensar que no iba a ser él, el padre de mis hijos. Aunque en el fondo, muy a mi pesar, lo pensaba.
Me di una ducha rápida, mientras esperaba que de alguna manera se me bajara el calentón que llevaba encima. El móvil comenzó a sonar mientras estaba en la ducha. Pero lo ignoré.
Cuando terminé, me vestí y mi móvil comenzó a sonar de nuevo. Suspiré y lo cogí.
-¿Diga? – dije de mala gana, mientras andaba con la toalla deslizándose por mi cuerpo. Pero la voz que esperaba al otro lado del teléfono me dejó paralizada. Era mi madre.
-¿Sí? ¿Mamá? – intenté que mi voz sonara lo mas normal posible, pero teniendo en cuenta solo hablaba con ella cuando había alguna fecha importante, como cumpleaños, bodas o alguna muerte, me puse nerviosa.
-Hola, cariño, ¿cómo estás? – fruncí el ceño. Mi madre nunca me llamaba para preguntarme como estaba. Y yo se lo agradecía. No me apetecía contarle mis penas. Dejé caer la toalla mientras me ponía la ropa interior y miraba el reloj. Llegaba tarde.
-Bien. ¿Ha pasado algo? ¿Por qué me llamas tan… temprano? – pregunté mientras intentaba colocarme el sujetador correctamente y pensaba a toda velocidad, faltaban aún un par de meses para su cumpleaños. ¿Por qué me estaba llamando?
-No ha pasado nada, hija. Solo que no estoy segura de si podré llamarte mañana y... – Levanté un pie luego el otro para colocarme los pantalones, y el móvil se calló al suelo. Maldije cuando escuché a mi madre seguir hablando sola. Acabé de ponerme los pantalones y cogí el móvil rápidamente entre mis manos mientras me seguía vistiendo.
-¿Por qué ibas a llamarme mañana, mamá? – pregunté mientras giraba sobre mi cuerpo. ¿Dónde demonios había dejado la camiseta? Gruñí.
-¿Estás de broma? ¿Es que trabajas tanto que no sabes en que día vives? – rio sin gracia, mientras yo no entendía el humor de esta situación. Y yo en lo único que podía pensar era en encontrar mi camiseta… ¡Diablos! – Cariño, mañana es cuatro de mayo. Mañana es tu cumpleaños.
Me quedé paralizada en el medio de la habitación. A medio vestir y con el móvil pegado a la oreja. ¿Mi cumpleaños? Mi madre siguió hablando, explicándome porque no iba a poder llamarme mañana, pero yo ya no la estaba escuchando. Mañana era mi cumpleaños. Antes era el día mas esperado del año, pero sin embargo ahora, ni si quiera podía recordarlo. Y si ni yo misma lo hacía, ¿Cómo iba a hacerlo Justin? ¿Se acordaría él de mi veinte cumpleaños? ¿Tendría algo preparado para mí?
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-
Pasé el día de aquí para allá, intentando olvidarme del enfado que tenía con Justin y de que mañana era mi cumpleaños. Una parte de mí quería –y necesitaba– pensar que Justin no se había olvidado de ello. En todos estos años siempre habíamos estado juntos en todos mis cumpleaños. Eran las siete de la tarde cuando llegué a casa. Agotada de irme de aquí para allá.
Cuando metí la llave y la pasé dos veces, me di cuenta de que no había nadie en casa. Intenté no parecer demasiado paranoica y me di una buena ducha mientras ponía algo de música.
Luego de eso, me dispuse a preparar algo de cena mientras veía la tele. Y cuando finalmente se hicieron las diez de la noche, decidí salir de dudas. Cogí rápidamente el teléfono móvil y marqué su número con los dientes apretados. Odiaba tener que recurrir a él después de lo de esta mañana. Pero nunca llegaba tan tarde a casa... Salió el buzón. Estaba apagado. Fruncí el ceño levemente mientras pensaba a toda velocidad. ¿No querría hablar conmigo después de haberlo mandado al infierno?
Si no era así... ¿porque apagaba el teléfono? Nunca lo hacía...
Sacudí mi cabeza y marqué rápidamente el número de Dan.
-¡Hola! ¿Cómo estás? – sonreí al notar la felicidad y calidez en su voz. Siempre era así.
-Hola, pues bien, aquí en casita. He llamado al número de Justin pero me sale comunicando, ¿Está contigo? – pregunté, deseando que el nerviosismo no saliera demasiado a la luz. Mordí mi labio mientras me movía inquieta por la habitación.
-¿Conmigo? No, que va. Hace media hora que cogió su avión hasta Florida, tenía que resolver unos asuntos allí. ¿No te lo dijo? – me quedé paralizada en medio de la habitación. ¿Florida? La realidad se estampó en mi cara como un balde de agua fría.
Un avión desde los Ángeles hasta Florida, duraba seis horas. Teniendo en cuenta que él tenía que coger uno de ida, y otro de vuelta. Eran doce horas. Y teniendo en cuenta que no sabía cuento tiempo iba a quedarse en Florida. A menos que no viniera en cohete, Justin no llegaría para mi cumpleaños.
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Lo siento, sé que es un capítulo un poco triste, pero a partir de ahora, que es la recta final de la novela, las cosas estarán un poco tensas entre Justin y Naira. Bueno, muy, muy tensas.
Aunque me duela decirlo estoy un poco atascada con esta novela, por lo que la voy a acabar pronto. Aunque no os dejaré con mal sabor de boca. ¡Lo prometo!
También decir que la novela no se acabará mañana, pero si es cierto que no lo queda mucho. Gracias por vuestra paciencia.
Os quiero niñas.

Capítulo {139} : " Besos, besos, besos."


|| Narra Naira ||
Escuché la puerta cerrarse y me dejé caer en la cama, conté hasta diez… quizás veinte. Aunque sabía que eso no me iba a ayudar, a lo mejor debía contar hasta cien… o tal vez no.
No sabía que debería decirle a Luis, tampoco sabía que era lo que tenía que decirle. Pero cuando antes lo hiciera, antes me lo quitaba de encima… ¿no? Solté un bufido.
Me levanté de la cama y salí de la habitación, cuando lo hice me topé con un cuerpo grande, pero musculoso, oprimí un pequeño grito de sorpresa cuando las manos del individuo se posaron en mis caderas y las mías en su pecho, debido al impacto, subí la mirada y contuve el aliento hasta que me di cuenta de que se trataba de Luis, suspiré y lo miré con ojos acusadores.
-Oye, me has asustado – le sonreí. Pero mi sonrisa desapareció al ver su rostro. Inescrutable. Me soltó bruscamente y puso distancia entre nosotros.
-¿Ya has terminado? – sentí su mirada pasearse por la habitación y posarse en mi rostro de nuevo – ¿Ya podemos hablar o...?
-No vamos a hablar aquí – él puso los ojos en blanco – ¿Quieres entrar? – sentí su mirada sobre mi cuerpo y luego una carcajada salió de su boca, alce mis cejas mientras lo observaba atentamente. Esto no iba a ser fácil. No, no iba a ser nada fácil.
-Prefiero que no, vamos a mi dormitorio mejor.
Sus ojos se clavaron en los míos, y yo bufé, ¿Qué esperaba encontrarse con cinco condones abiertos en el suelo? Me retuvo la mirada y abrí la boca para rechistar pero cuando se dio la vuelta hacia su habitación, supe que no esperaba ninguna respuesta. O iba o iba. Lo seguí hasta su habitación en silencio, sin decir una palabra abrió la puerta y la dejó abierta para que entrara, suspiré y la cerré a mis espaldas. Silencio. ¡Qué incomodo silencio! Se sentó en la cama. Lo miré, buscando las palabras exactas para decir, el camino adecuado por el que guiar esta conversación, pero al parecer, él tenía otros planes.
-Te has estado acostado con él, ¿verdad? – fruncí el ceño.
-¿Porqué debería de dar explicaciones sobre con quien me acuesto o con quien no? No es por eso por lo que estoy aquí.
-Si vas a intentar convencerme de que es un buen chico, y de que te quiere, mejor ahórratelo. No quiero escucharlo – se encogió de hombros – ¿Qué es lo que piensas hacer cuando esto termine? Tu primo ya se ha curado. Pero tu sigues aquí – cerré lo ojos y cogí aire profundamente. No quería comenzar a decir barbaridades.
-Luis… – sacudió su cabeza, interrumpiéndome. Tenía razón. Yo había jurado que cuando mi primo se recuperara y yo tuviera el suficiente dinero para pagar su recuperación, todo esto terminaría. Volvería a mi vida normal, suspiré y el continuó.
-¿Qué es lo que piensas hacer? ¿Quedarte aquí para siempre? ¿Irte a vivir con él, casarte y tener hijos? – río sin gracia, porque de echo, no la tenía.
-Haré lo que yo quiera, no lo que tú me digas. No tengo porqué pensar en eso ahora. Si me caso, me encargaré de que te llegue la invitación – musité y abrí la manilla de la puerta, sabía que no estaba siendo honesta, pero él no estaba siendo justo conmigo.
Lo escuché justo detrás de mí y mi corazón me dio un vuelco.
-Podría darte mucho mas de lo que él te da – casi susurró, yo apreté mis ojos con fuerza – Yo nunca te haría daño, Naira. Podríamos tener una vida normal y corriente, todo sería acerca de tú, no acerca de él como es ahora, tú serías mi protagonista.
Me giré, para encontrarme con sus ojos observándome, ¿Pero que coño acababa de decir? sacudí mi cabeza, intentando borrar esas palabras de mi mente, relajarme y no comenzar a dejar salir barbaridades de mi boca, pero... salieron sin más.
-¿A que viene esto ahora? ¡Nunca te has interesado por mí, maldita sea! ¡Siempre me has rechazado! Siempre tenías una buena excusa para no salir conmigo, que si mi padre... que si la edad... que si esto, que si lo otro. Tú no sientes nada por mí.
Lo único que quieres es controlarme, y tienes esa estúpida idea de que me protegerás si me voy de aquí contigo. ¿Y luego qué? ¿Me darás largas otra vez, como siempre? Presumes que nunca me harías daño, pero de hecho ya lo hiciste. Sabías lo que sentía por ti, y me convenciste de que mis sentimientos no eran correspondidos – me encogí de hombros – Lo siento, pero ya lo superé hace mucho tiempo.
-¡Lo único que quiero es que no vuelva a hacerte daño! ¿Como sabes que no lo volverá a hacer? – gritó desesperado.
-Pues... ¡no lo sé! , ni tu tampoco. Pero voy a quedarme, porque le quiero, y tú deberías entenderme. Ambos sabemos que tú no me quieres como dices, lo único que no quieres es que esté con el. No pienso jugar al perro del hortelano contigo. ¿Enserio, crees que diciéndome que me quieres, conseguirás que lo deje?
- No creo que pueda hacerte cambiar de opinión, por eso me voy. No me veo capaz de estar aquí, viéndote con él – musitó casi inaudible, lo miré fijamente y supe que no era esa la única razón por la que se marchaba. ¿Estaría él de verdad enamorado de mí?
Él había sido muy importante a lo largo de mi vida, pero sin embargo ahora, estaba mas que dispuesta a dejarlo ir.
- Pues espero que tengas buen viaje, Luis.
Eso fue lo único que salió de mi boca, antes de mirarle por última vez y darme la vuelta hasta ponerme en marcha hacia mi cuarto. Se supone que esto debería hacerme daño... ¿o no?
¿Sería cierto que Justin me eclipsaba? Cerré los ojos con fuerza mientras entraba en mi cuarto y me apoyé en la puerta, deseando que todo esto desapareciera. No sabía lo que sentía, oh bueno, si que lo sabía. No sentía... ¿nada? ¿Como no podía sentir nada más que lastima tras que Luis se fuera? ¿Qué era lo que había cambiado? Aunque me doliera admitirlo, Luis tenía razón. ¿Qué iba a hacer después de todo esto? Sabía que tenía dinero suficiente para vivir el resto de mi vida, pero... ¿Era eso lo que quería? ¿Quería ganarme la vida así? ¿Y que pasaba con todos mis planes de futuro? ¿Qué sería de mi vida, ahora que conocí a Justin y me enamoré de él? Analicé las palabras que Luis me dijo: "¿Qué es lo que piensas hacer? ¿Quedarte aquí para siempre? ¿Irte a vivir con él, casarte y tener hijos?". ¿Era eso lo que yo quería? ¿Esto que teníamos llegaría a alguna parte en un futuro? Solté un grito de frustración ante todas las preguntas sin respuesta. Por una parte sabía que no debería preocuparme. Aún quedaba mucho tiempo… Aunque quizás esto no fuera más que un amor adolescente, quizás llegaría la hora de separarnos e ir por caminos distintos... Aunque una parte de mi corazón, se encogía solo de pensar lo que supondría separarme de Justin, sabía de sobra que nunca encontraría a nadie como él. ¿O era solo una suposición?¿Quien era el que hablaba, mi corazón y todas las cosas que Justin le causa, o la razón, en lo que debería pensar en un futuro? Gruñí y me puse boca abajo, tapando mi cara con la almohada. No pude evitar comenzar a sollozar como una niña pequeña. Siempre había tenido claro lo que iba a hacer con mi vida, pero ahora, que todo se había desviado, ¿Qué era lo que debería hacer? Volver a encarrilar en mi vida... ¿dejándolo ir?
Volví a sollozar mientras pensaba en el preciso momento en el que mi vida se había complicado tanto, tan rápido, casi sin darme cuenta. ¿Por qué Luis tenía que comportarse así? ¿Por qué tenía que quererme ahora cuando yo lo había querido toda mi vida y me había rechazado completamente? ¿O no me quería? ¿O lo único que quería era alejarme de Justin? Si eso era cierto, debería sentirme engañada... o al menos dolida. Pero lo único que me preocupaba ahora mismo era tener que dejar a Justin algún día. Todo mi mundo se reducía a Justin, ¿era eso bueno? Sentí mi móvil vibrar en el bolsillo trasero del pantalón.
Me puse bocarriba y me sequé las lágrimas con las palmas de las manos mientras cogía el teléfono de mis pantalones.
Un mensaje de Justin.
• ¿Donde estás, bonita?
Tecleé rápidamente, sin tan siquiera darme cuenta de que sonreía, como una auténtica tonta, sin darme cuenta de que aún pequeñas lagrimas cristalinas se deslizaban por mis mejillas.
• ¿No deberías estar preparando tus cosas?
Esperé impaciente su respuesta, deseando que no fuera un "nos vemos luego". El móvil no tardó en vibrar en mis manos.
• ¿Y tú no deberías estar en mis brazos? Te doy diez minutos. Bueno, mejor cinco. Que te extraño, preciosa.
Solté una risa tonta antes de morderme el labio y levantarme como un resorte de la cama. Ni si quiera pensé cambiarme de ropa, en realidad en lo que único que pensaba era en él.
Cerré la puerta tras de mí, y miré a mi alrededor. Pensé que en realidad no debería ir, acababa de perder un amigo de toda la vida, y aun así lo único que me importaba era ir corriendo a sus brazos para perderme en su mirada y en sus caricias. ¿De verdad esto podía hacerme bien? O quizás estaba dejando pasar pequeñas pero importantes cosas de mí vida, de las que después me arrepentiría no haber echo, o ¿Quizás no? En eso Luis tenía razón, Justin era el protagonista, mi protagonista. Cuando él estaba cerca, todo se trataba de él. Me dije a mi misma que lo mejor era quedarme en mi habitación, pero me vi a mi misma corriendo hacia la suya. Literalmente corriendo, ya que me vi a misma delante de la puerta de su habitación en cuestión de segundos, donde toque varias veces despacito pero impacientemente y esperé de la misma forma. Sentí pasos llegar hasta la puerta, y cuando está se abrió, un ángel caído del cielo pareció aparecer para observarme. Justin estaba sin camisa, con su pelo totalmente despeinado y aún con pantalones vaqueros que tenía anteriormente. Mi mirada subió hacia sus ojos y una sonrisa asomó por sus labios, suspiré como una niña cuando estiró su mano hacia mí, cuando sus dedos acariciaron mi piel.
- ¿Qué se le ofrece por aquí, linda señorita? – sonreí a la vez que me apoyaba en la puerta, aún con sus dedos acariciándome, casi me era imposible pensar.
- Estoy buscando a mi novio, ¿lo has visto por aquí? – entrelazó sus dedos con los míos y me acercó a su cuerpo.
- No lo he visto, pero por ti sería quien tú quisieras que fuera – sonreí y me atrajo aún mas contra su cuerpo, lo suficiente como para meterme en la habitación y cerrar la puerta detrás de mí.
Sentí sus manos acariciar mi cadera antes de subir por mis brazos y obligarme a deslizar mis manos por su cuello. Mis ojos se encontraron con los suyos y una ráfaga de alivio recorrió mi cuerpo, de repente nada mas me preocupaba que seguir sintiendo sus caricias en mi cuerpo, su mirada sobre mí. Y otra vez me preguntaba, si eso era bueno para mí. ¿Se sentiría el igual cuando yo estaba cerca? ¿O era yo que me había obsesionado con el tenerlo cerca? ¿Con sentirlo siempre? Me percaté de mi ceño fruncido cuando Justin pasó un dedo por ahí, relajando la zona bajo su tacto, sonrió ligeramente.
- Algo huele a quemado, supongo que es tu cabeza por tanto pensar – musitó divertido antes de besarme la mejilla – ¿Como te fue con Luis, eh? ¿Es eso lo que te preocupa, cariño? – Mi cuerpo se estremeció bajo sus labios y sacudí mi cabeza.
- Cogerá un avión a España cuando nosotros nos marchemos de aquí, ¿por cierto, cuando será? ni si quiera tengo las maletas preparadas... – sus ojos sobre los míos me obligaron a parar.
- ¿Quieres contarme lo que ha pasado? – preguntó alejándome de su cuerpo, para mirarme bien a los ojos. Cogí aire antes de enfrentarme a su mirada y a todo lo que eso conllevaba.
¿Quería hablarlo? Por supuesto que no. La marcha de Luis, parecía algo sin importancia. Sacudí la cabeza y me acerqué de nuevo a su cuerpo, como si pudiera leer mis pensamientos me estrechó entre sus brazos, trasmitiéndome su calor.
- No quiero hablar de ello, solo... solo quiero estar contigo – casi me escondí entre sus brazos y sentí como besó mi cabello.
- Me encanta esa idea, pero antes dime que es lo que te preocupa, sé que algo te preocupa y quiero saber que es.
- ¿Necesitas una razón para abrazarme todo el día?
- No, necesito una razón para saber que es lo que ronda por tu cabeza, ocupando el lugar en el que debería estar yo.
Sus manos se perdieron entre mis cabellos, mientras me guiaba hacia la cama. Une vez allí, se tumbó en la cama, invitándome a tumbarme a su lado. Y así lo hice. Me tumbé junto a su cuerpo caliente, mi cabeza se apoyó en su brazo y una de sus manos se deslizó por la curva de mi cintura, y sus ojos acompañaban su recorrido, sentí una de sus piernas enredándose entre las mías, y a continuación sus ojos buscando los míos. Así a escasos centímetros de sus labios, en lo único que podía pensar era en besarlos.
- No tengo dudas de que me quieres Justin, tampoco tengo dudas de que cuando tú estás, no me importa nada más, no voy a irme a ningún lugar que no sea estar contigo, poder besarte y acariciarte, poder escucharte decirme “te amo” siempre que quieras.Ni si quiera una amistad de toda la vida ha podido convencerme de que tal vez sea verdad que me eclipsas, y que a lo mejor debería pensar un poco mas allá del ahora, del momento. ¿Y si me dejo llevar y me despierto un día, viendo todas las cosas que me he perdido, por estar aquí?
Sentí los ojos de Justin pasear de mis ojos a mis labios, intentando observar mis expresiones mientras hablaba tan rápido que temía que no pudiera entenderme. Su mano subió por mi hombro hasta mi mejilla, mi piel se estremeció bajo su tacto, como de costumbre, y sus ojos se clavaron en los míos de nuevo.
- ¿Eso es lo que te preocupa? ¿Qué no puedas hacer todo lo que tenías pensado hacer, por estar conmigo? – preguntó sin ninguna pizca de sorpresa en su voz – ¿Solo eso?
- ¿Solo? ¡es lo que único que me preocupa realmente, si… – no pude terminar de hablar, puesto que sus labios me lo impidieron. Lo sentí sonreír entre mis labios y pegar su pecho contra el mio. Sentí los latidos de su corazón, y en ese momento, odié todo lo que se interpusiera entre nuestros cuerpos. Contando mi propia ropa.
- Eres tan hermosa. No sabes cuánto… – fruncí el ceño ante sus palabras. ¿Eso era todo? ¿Era un tema tan complicado para mí y él solo decía que yo era hermosa? Bufé.
- Justin… – murmuré intentando incorporarme pero él sacudió su cabeza, y se acercó aún mas cerca de mí, sonriendo como si de un niño con un caramelo se tratara – Tengo miedo. Eso es lo que me pasa, tengo miedo de todo esto. De no haberme dado cuenta de lo rápido que ha cambiado mi vida. He venido aquí, para que me dieras una solución ¿y tú lo único que me dices es que soy hermosa? ¿¡Enserio?! ¿Cómo puedes… – Sentí sus labios entre los míos una vez más y me separé – ¡Justin! ¡ déjame de besarme y hazme caso de una vez!
- Te amo. Dios te amo tanto. Pensaba que ibas a dejarme, pensaba que ya no querrías estar conmigo, fue la hora mas larga de mi vida, ¿y tú llegas y me dices que tienes miedo de despertarte un día y pensar en lo que te has perdido? Es tu vida Naira, yo solo formo parte de ella. Tengo que adaptarme a sus cambios y no al revés. No temas por que eso pueda pasarte algún día, yo no dejaría que eso sucediera.
Fruncí el ceño ante sus palabras, ¿estaba bromeando? ¿O es que quizás yo había echo un mundo de algo tan pequeño? Miré sus ojos una vez más y me senté en la cama.
- Pero… ¿y después de esto? ¿Qué va a pasar cuando esto termine?
Esta vez sentí sus brazos envolviendo mi cuerpo, y me tranquilicé inmediato.
- Lo que tú quieras que pase, cariño. Si quieres irte a vivir a China, si quieres estudiar para ser medico, juez, como si quieres ser astronauta, yo estaré contigo. Sé que este mundo no es para ti y sé que tienes planes para tu futuro, y no te pido nada más, si no que tu mundo tenga un huequito para mí, hasta que tú me dejes formar parte de ti.Y espero que sea por un muy muy largo tiempo, de verdad lo espero.
Llena de amor. Así me sentí ante sus palabras. Lo miré a los ojos una vez más antes de tirarme, literalmente a sus brazos y quedar tumbados en la cama, sus manos se deslizaron por mi cintura apretándome contra su cuerpo cuando mis labios se perdieron entre los suyos. Lo sentí sonreír entre mis labios y le dio un pequeño mordisquito a mi labio inferior, antes de pasar una mano en mi nuca, y atraerme a su boca de nuevo.
- No sé si ahora mismo lo que habla es el adolescente que hay en mí, la dolorida erección que tengo entre las piernas, o esto que siento en mi pecho, que parece avisarme que se me saldrá el corazón en cualquier momento, pero Dios Naira. Te voy a recordar siempre.
- ¿Me recordarás incluso cuando tengas mujer e hijos correteando por el jardín? – lo sentí sonreír entre mis labios, y asintió ligeramente, rozando mi nariz con la suya.
- Si mis planes salen bien, te recordaré en mi boda, en mi luna de miel, en el nacimiento de mi primer hijo, de mi segundo, de mi tercero… – lo sentí sonreír entre mis labios.
- Justin…
- Cállate y dame un beso. O quizás necesite dos. O quizás mas de dos. Pero dámelos. Ya.
Solté una carcajada, una de las grandes y él sonrió para volver a posar sus labios sobre los míos. Besos. Besos. Besos. Miles de ellos. Besos húmedos. Besos inocentes. Besos que gritaban “te amo” en cada movimiento. Y besos que tenían tantas promesas de futuro que incluso me daban ganas de temblar. Pero besos, besos que me hacían querer más... y más… y más…

Capítulo {138} : " Una mierda. Literalmente"


|| Narra Justin ||
Observé como Naira se ponía rígida detrás de la puerta y que cruzaba sus piernas para que mi camiseta - que le quedaba estupendamente he de decir - le tapara un poco más.
Escuché un gruñido detrás de la puerta y me levanté de la cama.
Pero antes de que me acercara para ver de quien se trataba, escuché otro bufido mas fuerte que el anterior y una voz a continuación, decidí no acercarme. Naira se enfadaría.
-Hola – dijo Naira suavemente. Me tensé al escuchar su forma de saludar a quien quiera que fuera, como si temiera lo que iba a escuchar a continuación.
-¿Interrumpo algo, Naira? – la voz de Luis se coló en mis oídos y volví a tensarme, enseguida se captó el tono de reproche que trasmitía su dura voz.
Me obligué a mi mismo a retroceder y sentarme en la cama, aunque quería ir allí, pasar la mano por la cintura de mi chica, y hacerle saber a Luis que era ella mía, aunque todo lo que pude hacer fue esperar, sentado en la cama donde habíamos estado entregándonos hace unos minutos. Debería mantenerme al margen, si no quería ir allí y partirle la cara, algo que no sería demasiado bueno… aunque me moría de ganas de hacerlo.
-No, claro que no… quiero decir – sacudió su cabeza y suspiró antes de hablar de nuevo – ambos sabíamos que esto iba a pasar. Era inevitable.
Tragué saliva. ¿Habían estado hablando de mí? Era obvio. Más que obvio. ¿Pero eso le daba derechos a hablarle así a Naira, a reprocharle que hubiera pasado la noche conmigo?
Él era su amigo. Yo tenía certeza de que él la había consolado cuando yo le rompí el corazón, pero... ¿había algo que me había perdido? por el tono de voz de Naira, y el suyo, pude intuir que algo me estaba perdiendo, algo de primicia, algo importante. ¿Habrían estado juntos cuando yo no estaba? ¿Estaría enamorado Luis de ella? Me obligué a pensar que no, las ganas de ir hacia allí y partirle la cara crecían segundo a segundo.
-Claro que lo sabía, pero esperaba que fueras mas lista – su voz sonaba dura, neutra – Está claro que no tengo nada que hacer aquí, ¿verdad?, te dije lo que pasaría, desde un principio me lo imaginé – dijo, aunque sonó mas bien como un gruñido, fruncí el ceño – desde que tu padre me contó que estabas con ese niñato me lo imaginé. Ahora vuelves con él. Te hizo daño una vez, ¡lo volverá a hacer! y como siempre mi deber es consolarte – sentí a Naira suspirar pero el continuó hablando - ¿Es que ya no lo odias como decías hacerlo? ¿Es que ya no crees que lo que te hizo estuvo mal? ¿Ya no crees que no te amaba lo suficiente? Todo eso salió de tu boca, y ahora tu le regalas tus caricias, tus besos, tu presencia e incluso algo mas que eso – mis ojos se abrieron como órbitas, ¿Qué...?
Sentí como Naira se tensaba, no solo por lo que le decía, si no porque yo lo estaba escuchando todo. ¿Habrían estado maldiciéndome el tiempo que no estuve por haberle echo daño a Naira? Lo único que quería ahora, era que Naira echara a Luis, y poder enterrarme en su cuerpo una vez mas, para demostrarle lo mucho que la amaba. ¿Tendría ella miedo de que volviera a hacerle daño? Gemí ante tal idea. Todo menos eso, ¿Cómo podría hacer algo así? Naira soltó el aire que había estado conteniendo y suspiró.
-Que esto haya ocurrido no significa que tengas que irte – aunque mas bien sonó como una pregunta, levantó su mirada - Voy a vestirme y vamos a hablar, ¿sí? espérame, salgo ahora.
-Está bien.
Naira le dedicó una última mirada y cerró la puerta, en cuánto lo hizo, se acercó al suelo para coger sus pantalones cortos y ponérselos apresuradamente, sin tan siquiera levantar su vista del suelo se dirigió al espejo y se recogió el pelo y se puso sus zapatos, de la misma forma. Sonreí internamente al notar que aún llevaba mi camisa puesta y que no pensaba quitársela. Pero me obligué a mi mismo a no sonreír. ¿Qué clase de relación mantenía ella con Luis para que él le estuviera pidiendo explicaciones a cada momento? ¿Podría estar él enamorado de ella? La observé moverse por la habitación desde la cama, sin posar su mirada sobre mí. Ella sabía que la observaba. Podía notar el rubor de sus mejillas al sentir mi mirada en su cuerpo.
Antes de dirigirse a la puerta, se detuvo, giró sobre sus talones y levanto su mirada hacia mí. Le retuve su mirada y ella suspiró hasta acercarse a mí, con cautela, con sus elegantes movimientos. Sentí la cama hundirse a mi lado, cuando ella se sentó. Silencio. Noté su mirada recorrer todas mis facciones y ahora mismo no sabía como reaccionar.
La miré.
-No quiero que te vayas. ¿Estarás aquí cuando vuelva? – tartamudeó, aunque parecía segura de lo que estaba pidiéndome. La observé unos segundos, pero ella parecía esperar una respuesta rápida. Mi hirvió la sangre al pensar quien era el causante de que ella tuviera tanta prisa por dejarme. Apreté mi mandíbula.
-Eso es todo lo que vas a decirme, Naira? – susurré. Sentí su mirada suplicante sobre mis ojos pero no le seguí el juego. No ahora, no cuando me sentía de esa forma.
-Tengo que hablar con él, pero quiero tenerte aquí cuando vuelva. ¿Estarás aquí, esperándome? – preguntó, aunque por su tono de voz supe que no se refería solo a este preciso momento, sentí sus manos deslizarse por mi torso. Gruñí.
La miré a los ojos una vez mas, antes de pensar bien me respuesta. Sabía que tenía que convencerla de que la amaba tanto como el primer día. Pero lo único que me apetecía era ir a romperle la cara a ese idiota. Me levanté de la cama, y al hacerlo sentí sus manos caer en el aire. Extrañé el tacto nada mas levantarme. Me puse los pantalones y los zapatos y ahora era ella la que me miraba. “No la mires, no la mires, no la mires” repetía, pero sin embargo lo hice.
Observé lo bien que le quedaba mi camisa y que aún la llevaba puesta, pero pensé que pedírsela sería algo estúpido, yo quería que la llevara puesta. Me gustaba verla con ella.
-Voy a irme a mi cuarto - ella intentó hablar – cuando acabes de hablar con él, llámame, quizás este disponible para ti.
Escuché un gemido de dolor de su parte y me di la vuelta para ir hacia la puerta, pero sentí sus manos obligándome a mirarla, intentando darme la vuelta, cerré los ojos y respiré hondo antes de hacerlo, y cuando lo hice, sentí dolor en su mirada. Aunque esto me dolía más a mí.
Sentí la necesidad de acariciarla, de sentirla, de decirle que todo iba a estar bien, que le perdonaba cada locura que hubiera dicho sobre mí, mientras yo no estaba. Pero lo único que pasaba por mi cabeza eran las palabras de ese tipo, ¿De verdad ella dudaba de lo que yo sentía? Sentí sus manos buscando mi rostro. Me derretí, pero me aparté de ella. Las palabras que acababa de escuchar me habían herido. Decepcionado. En otras palabras, estaba jodido.
- Por favor... – sentí su mirada en mis ojos, pero negué.
Me alejé de ella y pasé mi mano por mi nuca, intentando relajarme, sin éxito alguno.
-¿Por favor qué Naira? ¿Cómo voy a saber si te marcharas con él, como hiciste aquel día? Pensaba que tus dudas estaban resueltas, pero ahora resulta que llevas cuestionando mis sentimientos todo el tiempo. ¿También le cuentas las veces que te digo te amo cuando hacemos el amor, o eso sería demasiado evidente?
Sus ojos ahora estaban llenos de pequeñas y saladas lagrimas y seguí su recorrido hasta sus pequeñas mejillas. Sabía que esto le hacía daño. Sabía que mi indiferencia la hería. Pero no hice nada al respecto. Estaba dispuesto a irme, a calmarme y luego enfrentarme a esto, pero cuando la miré de nuevo, no pude hacer otra cosa que acercarme a ella y apartar las lagrimas que caían por esas mejillas que tanto me gustaba besar. Sollozó entre mis brazos y escondió su rostro en el hueco de mi cuello cuando la alcé entré mis brazos y me dirigí hacia la cama de su habitación, apartando la sábanas y sentándome allí, con ella en mi regazo. Una vez allí la tranquilicé con mis caricias en su espalda y palabras dulces en su oído y aunque sus lagrimas mojaban la piel de mi cuello y mi camisa, no me importó en absoluto. Su lenta respiración luego de unos segundos, me erizó la piel.
-Sé que lo que hice estuvo mal. Sé que te hice daño. ¿Pero dudas que te amo? ¿De verdad lo dudas? ¿Como puedes ir y decirle que dudas de que te amo cuando te lo he entregado todo? – intenté ser suave, pero el tono de mi voz me delató, sentí como se estremecía entre mis brazo – Me enamoré como un idiota de la apuesta que debía ganar. Fue la maldita apuesta la que me obligó a acercarme a ti. Quizás el momento no fue tan mágico como imaginabas, porque yo solo estaba jugando. Para mi solo eras una cara bonita a la que debía conquistar. Pero cuando pasé tiempo contigo, cuando te veía sonreír, cuando te entregué mi virginidad y te dije que te amaba una y mil veces mientras entraba dentro de tí, era yo. La apuesta dejó de importarme cuando me dijiste que me querías. Entiendo que tuvieras dudas antes, pero ¡joder Naira! ¿Que tengo que hacer para demostrarte que te quiero? ¿Aún tienes dudas? ¿Como puedo resolverlas? – mi voz se tornó ronca cuando su acomodó encima de mí.
Poniendo cada pierna alrededor de mi cintura, aunque la única diferencia es que lo que ahora sentía, no era excitación, ni nada parecido a ello. Suspiré cuando me miró fijamente. Mostrándome la verdad en sus ojos y acariciándome el alma sin piedad.
-Dime lo que tengo que hacer, cariño. Te pediré perdón todos los días de mi vida si es necesario para que decidas quedarte conmigo – las palabras salieron de mi boca, antes de que mi mente las procesara.
Una parte de mí me pedía a gritos que me alejara. Que lo dejara estar. ¿Para que luchar con los mismos fantasmas del pasado? Quizás... quizás debería pasar página. Mis pensamientos fueron interrumpidos de forma brutal. Sentí sus manos enredarse en mi cuello, y levantó su mirada para observarme, miré sus ojitos cristalinos y me perdí en ellos, una vez más, no era algo nuevo, pero era fascinante. Sentí sus ojos recorrerme el rostro, cada rincón de él, hasta posarse en mis ojos, me estremecí de pies a cabeza sin poder evitarlo.
-No tienes que hacer nada, Justin – susurró y miró mis ojos una vez más – sé que no estuvo bien, y que una parte de mi me dice que debería salir huyendo de tí - tragué saliva ante su confesión, se encogió de hombros – pero estoy aquí. Cuando llegué y te miré a los ojos por primera vez después de tantos meses, me di cuenta de que solo tú puedes sanar el dolor que tú mismo me provocaste. Que en realidad no me servía para nada todo el tiempo que pasé lejos de tí. Estaba furiosa. Llevaba meses intentando olvidarte, y cuando creo que lo hago, vuelvo y tú lo único que haces es mirarme a los ojos para derrumbar todo lo construido en todo el tiempo que pasé lejos de ti – sorbió su nariz antes de sonreír y pegarse mas a mí – Y aunque me cueste admitirlo, sé que te perdonaría cualquier cosa con tal de tenerte conmigo – fruncí el ceño y abrí la boca para hablar pero ella negó con la cabeza – No me interrumpas.
Suspiré y la miré a los ojos, esperando a que continuara.
-Te lo perdonaría todo Justin, con tal de que tus besos me despertaran todas las mañanas. Con tal de que sea la única a la que le hagas el amor como me lo haces a mí. ¿Entiendes? No creo que esto sea para siempre, pero por si esto termina, lo único que quiero es meterme tan adentro de tí, que no puedas olvidarme nunca. Que cuando beses otros labios que no sean los míos me recuerdes. Y que cuando te hundas en otro cuerpo, recuerdes la calidad con la que te envolvía el mío. Solo quiero... – hizo una pausa para coger aire y aparté un cabello que se había interpuesto en el camino de nuestros labios – Solo quiero meterme tan dentro de tu corazón, como tu lo has echo conmigo, Justin. Solo quiero… solo quiero amarte, ¿es tan difícil de entender?
Suspiré profundamente, cuando su nariz rozó la mía. Y acuné su rostro entre mis manos para que nuestras miradas se encontraran. Y una vez más me vi totalmente perdido.
Me levanté de la cama, aún con ella entré mis brazos, mientras nuestros labios encajaban a la perfección. Solté sus piernas de mis caderas suavemente, depositando sus pies en el suelo, aunque de puntillas, ya que sus brazos seguían en mi cuello. La besé de nuevo.
-Ve a hablar con Luis, cariño. Estaré esperándote en mi cuarto…– Asintió. Aunque sus brazos no se descruzaron de mi cuello. Sonreí – Naira.
Ella captó el mensaje y se descolgó de mí, con un bufido. Le dediqué una última sonrisa antes de acariciar su labio inferior y darle un último beso, antes de dirigirme hacia la puerta y marcharme. Esto no era lo que tenía pensado para mi día libre. Esto era una mierda. Literalmente una mierda.