sábado, 19 de enero de 2013

Capitulo {142 y 143} : ¿Que tal Ric?


|| Narra Naira ||
El agua caía por todo mi cuerpo, mientras yo intentaba relajarme y reflexionar sobre esta situación. Ahora bien, ¿Qué es lo que debería hacer? ¿Debería acabar con esto o debería quedarme, hacer como si nada hubiera pasado con la certeza de que volverá a suceder?
Después de unos cuántos minutos, salí de la ducha y me envolví el cuerpo en una toalla, busqué el peine y salí del cuarto de baño aun pensando cual debería ser mi actitud.
Estaba furiosa, pero no solo eso. Estaba apenada, sabía que aunque habláramos lo sucedido e intentáramos arreglarlo, no tendría solución a largo plazo. Cada vez que discutamos nos lo echaríamos todo en cara, y acabaríamos peor. Aun sabiendo que irme sería la mejor solución para los dos, cuando entré en nuestra habitación y lo vi sentado en la cama, con un ramo de rosas entre sus manos, contuve el aliento. ¿Cómo iba a ser capaz de dejar algo que me había echo tan feliz todos estos años? Cuando alzó su mirada hacia mí, sus ojos reflejaron el dolor de los míos, y en ese momento supe que no sería capaz de irme. No sería capaz de dejarlo.
Me quedé quieta en el centro de la habitación, mientras pensaba lo que debería hacer.
Justin se levantó de la cama, con la intención de acercarse a mí. Pude ver en sus ojos una clara disculpa, pero levanté la barbilla. Esta vez no iba a ser como las demás.
Llegó a mi altura y elevó su mirada hacía la mía, estiró su mano para tocarme, pero instintivamente me aparté, esquivando sus caricias. Él frunció el ceño con fuerza.
-Sal de aquí. Voy a vestirme – murmuro mientras apretó el agarre de la toalla en mi pecho, el me observa un segundo antes de comenzar a hablar.
-Naira, no hagas esto. Me mata que no me dejes tocarte. Yo… - se le escapa un jadeo e intenta rodearme entre sus brazos, pero el sonido de mi teléfono en su bolsillo le interrumpe, lo miro con cara de acusación antes de separarme de nuevo.
-¿Por qué tienes mi teléfono en tu bolsillo? – pregunto mientras estudio su expresión, el frunció el ceño de nuevo. Lo hace a menudo cuando está confundido.
-No han dejado de llamar en todo el tiempo que estabas en la ducha, yo solo... solo quiero que tengas tu atención en mí un momento. Quiero explicarme – elevo las cejas ligeramente mientras trato de relajarme y no comenzar a gritar como una histérica.
-Dame el teléfono Justin.
-Solo escúchame un minuto y te prometo que te lo daré – el móvil para de sonar y yo estiro mi mano para que me lo de, el mira mi mano y niega con la cabeza – escúchame.
-Dame el maldito teléfono. Hay gente que si recuerda mi cumpleaños y quiere felicitarme. – y no había terminado de decir la frase cuando supe que no debería haberla articulado. Justin da un paso amenazante hacía mí, lo que causa que yo retroceda hasta tropezar con la pared. Llega hasta mí y pone sus manos a mí alrededor, contengo el aliento al sentirlo tan cerca, al sentir su respiración acelerada mezclarse con la mía. Sus ojos queman los míos, con una mirada amenazante, seductora, lujuriosa. Jadeo cuando siento que sus manos dejan la pared y bajan por mi cuerpo lentamente, siento sus nudillos en mi mejilla y como una de sus piernas se hacen paso entre las mías, y segundos después, siento su boca sobre la mía, reclamándome. Y siento que voy a perderme. Oh dios mío. Una de sus manos baja por mi cintura hasta mi trasero, pero me detengo. ¿Es esto lo que quiero? ¿Follar solo porque estamos furiosos? Cuando todo acabe, solo estaremos más confundidos y enfadados que al principio. Por primera vez en todo este tiempo, sé que esto no nos va a llevar a ningún sitio. Niego con la cabeza y los labios de Justin dejan los míos con un pequeño sonido.
-No podemos solucionar todos nuestros problemas con sexo Justin. No es así como se hace – frunce el ceño antes de separarse de mí y mirarme fijamente.
-Es así como lo hemos hecho siempre… necesito saber que estamos bien – murmura y noto su clara confusión a medida que salen las palabras de su boca.
-No lo estamos. Has olvidado mi cumpleaños y te has ido de viaje de negocios a Florida. ¡Por supuesto que no estamos bien! – como si todo lo sucedido volviera a mi mente, insisto en que se separe de mí, me dirijo hacia el armario mientras me visto apresuradamente. Solo quiero salir de aquí… hacer algo para distraerme y pensar en qué hacer. En cómo debería tomarme esto. Pero… ¿con quién vas a salir estúpida? Me grita mi subconsciente. No tengo a nadie aquí. Solo… solo lo tengo a él. Ese último pensamiento me hace enfadarme aún más. ¿Qué es lo que he hecho con mi vida en estos últimos años? Gruño mientras me pongo los zapatos, y siento la mirada de Justin clavada en mi espalda. Santo Dios. ¿Qué demonios voy decirle ahora?
-¿Qué estás haciendo? ¿Por qué te vistes tan deprisa? ¿¡Quieres parar de una vez?! – murmura ¿alarmado? Mientras me sigue por toda la habitación. Entro al baño para tratar de peinarme, y él me sigue. Veo su reflejo detrás de mí, con las manos en el aire – ¿A dónde demonios vas Naira? Por el amor de Dios. ¿Quieres escucharme?
Niego mientras me hago una coleta alta y me pellizco un poco las mejillas. Salgo del cuarto de baño sin mirarle y cojo mi bolso. Escucho sus pasos acelerados detrás de mí, respiro hondo.
Y me doy la vuelta y antes de que pueda abrir la boca, lo hago yo.
-Solo voy a tomar el aire un rato, quizás me tome un café o… no lo sé. Solo necesito un rato a solas… – observo como sus manos se deslizan por su cabello, signo de que está frustrado y no sabe qué hacer conmigo. Que irónico.
-Pero… es tu cumpleaños. No huyas de mi Naira, por favor. Déjame invitarte a comer y hablaremos. Espera a que me vista y voy contigo… solo dame un minuto.
Niego con la cabeza y me acerco a él colocando el cuello de la camisa que se acaba de poner apresuradamente, descanso las manos en su cuello un segundo. Y me inclino para rozar sus labios. Él cierra los ojos.
-Es demasiado temprano para comer, Justin. No te preocupes, volveré pronto – sonrío ligeramente antes de rozar su mejilla con la yema de mis dedos y darme la vuelta hacia la puerta. Cuando la abro y me dispongo a salir, su voz me interrumpe.
-¿Por qué tengo la impresión de que estás dejándome? – la urgencia de su voz me rompe por dentro. Me doy la vuelta y lo observo atentamente.
-Eso es absurdo. ¿A dónde voy a irme? – murmuro mientras pongo los ojos en blanco y alzo los brazos al cielo en un necio intento de que me sonría. – Por el amor de Dios Justin, no voy a irme a ninguna parte. Solo quiero estar unas horas a solas o quizás vaya a buscar a Ric para ponernos al día. Tomar café, contarnos chismes. Solo quiero aclarar mis ideas para no acabar follando contigo en vez de arreglar nuestros problemas – siento su mirada suavizarse y sus hombros caer.
-Está bien, pero vuelve pronto – me dispongo a irme mientras me palpo los bolsillos, me giro de nuevo con los ojos entrecerrados.
-No tan rápido listillo. Devuélveme mi móvil – sonríe abiertamente y creo que es la primera sonrisa sincera en todo el día, cruza los brazos sobre su pecho.
-Lo he puesto en tu bolso mientras tú tratabas de huir de mí por toda la casa – sonrío mientras niego con la cabeza y ahora si me dispongo a irme.
-Vuelve pronto, Naira.
Asiento con la cabeza antes de dedicarle una última sonrisa y salir por la puerta.
Una vez esperando al ascensor, marco el número de mi último estilista Ric.
Suena un par de veces antes de escuchar su tan inconfundible voz de pito.
-Hola Ric, ¿Te hace un café y charla de chicas?
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-Bueno… cuéntame la última hazaña de Justin – murmura Ric una vez sentados en el café. Mi sonrisa se desvanece y él se pone serio – ¿tan grave ha sido esta vez?
Me acomodo en el asiento. Siempre acudía a Ric cuando Justin se iba o me dejaba para ir de viajes de negocios, no era algo fuera de lo normal para mí, pero él no entendía porque me dejaba en casa mientras se iba a negociar por ahí. Aunque él siempre me daba la misma solución que yo a todos estos problemas… una solución que yo nunca era capaz de cumplir: Marcharme. Me remuevo en el asiento y levanto la cabeza mientras juego con el vaso de mi café.
-Ha olvidado mi cumpleaños, Ric. – me mira fijamente unos cuántos segundos, antes de asegurarse de que no era ninguna broma. Frunce el ceño y abre la boca varias veces. Niega con la cabeza antes de darle un sorbo a su café – di lo que tengas que decir.
-Bueno, está claro que es algo muy grave… – entrecierro los ojos hacia él, sabiendo que no es eso lo que quiere decir – está bien. Es una putada, Naira. Una de las grandes. Sé que querías que esto funcionara de verdad, y no te importaba que él tuviera que viajar un par de días cada semana siempre y cuando volviera contigo a casa. Pero esto… esto ya no es lo mismo. Justin no es el mismo. Está tan metido en los negocios porque vive con la certeza de que estarás ahí cuando llegue a casa. Siempre lo estás. No estás viviendo tu vida como una chica normal de 18 años Naira. Estás en casa esperando a que tu novio famoso deje de negociar y te dedique un minuto de su tiempo. No es justo. Eso…eso simplemente no está bien.
Me muerdo los labios, con fuerza. Siento el gran nudo en la garganta que me había obligado a tragar al dejar la casa de Justin… mi casa. Sí, mi casa. Nuestra casa. ¿Es eso incluso normal?
Ric tiene razón, siempre ha tenido razón pero yo no he sido capaz de admitirlo.
Sé que está relación no me llevaría a ningún sitio, que nos hemos quedado atascados en el tiempo, en el momento. En que quisiera que todo fuera un cuento de hadas. Siempre había pensado que el amor era lo único que necesitaba para ser feliz. Pero… ¿es lo único que necesito ahora?
-Pero… pero, yo le quiero Ric – susurro con voz ronca, tratando de convencerlo de que no puedo irme, de que él es mi hogar. De que todo saldrá bien. – saldremos de esta – murmuro y Ric me mira unos segundos antes de tenderme la mano por encima de la mesa y darme un ligero apretón.
-¿Estás tratando de convencerme a mí, o a ti misma? Márchate Naira, vive la vida, haz lo que te gusta hacer, sal de fiesta, emborráchate, comete errores y aprende de ellos, enamórate una vez, o tal vez dos en una noche, haz locuras y arrepiéntete de ellas luego. No pienses nada demasiado. Tienes 18 años y toda una vida por delante. Cuando tengas 80 te gustaría ver que no todos los recuerdos de tu adolescencia son con un chico por el que lo dejaste todo y te perdiste en él y su mundo. Vete, haz tu vida, y vuelve cuando estés lista. Cásate, ten diez hijos y comparte una casa con él. Pero no vivas una vida de casada a los 18 años, porque no es lo que te mereces. Sé que le quieres y que separarte de él te parece algo inadmisible. Pero querida amiga… si es amor verdadero, no importa cuánto tiempo pase, ni quien este de por medio, no importa cuántos kilómetros os separen, que la vida, volverá a juntaros.
-¿Y si no lo hace? – murmuro mientras me derrumbo y siento las lágrimas caer por mis mejillas – ¿Y si lo pierdo para siempre, Ric? ¿Y si cuando vuelvo el ya no me está esperando? ¿Y si...? – un sollozo me interrumpe y Ric salta a mi lado para estrecharme entre sus brazos. Descanso en su regazo mientras empapo su camisa con mis lágrimas.
-Entonces lo sabrás, pequeña Naira.
De camino a casa, Ric se baja para acompañarme hasta la puerta. Giro en mis talones y le sonrió mientras toco la mancha de rímel que tiene en la camisa.
-Lo siento por eso Ric.
-No tengo novios celosos esperándome en casa, no te preocupes. – sonrío y el da un paso hacia delante, hacía mí y me rodea la cara con las manos mientras busca mi mirada – ¿No te irás, verdad?
-No puedo – me encojo de hombros y él sonríe mientras se acerca y me besa la frente.
-Ojala pudiera encontrar a alguien que me quisiera, tanto como tú lo quieres a él – abro la boca para decir algo pero me interrumpe – Si acaso te fueras, quiero que sepas que no tienes que sentirte culpable.
-No voy a irme, Ric.
-Pero si lo hicieras. En tal caso lo harías por su culpa. No por la tuya. Casualmente siempre es su culpa, Naira. – sonríe abiertamente – Y si no te fueras, nos vemos el lunes, quiero que vengas a comer conmigo. Yo invito.
Asiento mientras sonrió y veo como vuelve a su coche. Abro la puerta del portal y le despido.
Cuando me giro me tropiezo con alguien y ahogo un grito. Es Justin.
-¡Oh dios mío, me has asustado! ¿Qué estás haciendo aquí? – lo miro de arriba abajo y veo que lleva su ropa de ejecutivo sexy puesta. – ¿De dónde vienes?
-He… salido a comprar algunas cosas. ¿Qué tal Ric? – pregunta mientras se dirige al ascensor, y me invita a pasar primero, lo miro fijamente.
-¿Y las bolsas? – la pregunta sale torpemente de mi garganta. El me mira, expectante.
-¿Qué bolsas, Naira?
-Las de las cosas que has ido a comprar. Has dicho que has ido a comprar ¿no? – mantiene su mirada con la mía unos segundos antes de sonreír.
-¿A qué viene tanta pregunta? Las he subido arriba y mientras lo hacía te he visto con Ric en el portal y he bajado a buscarte. ¿Vas a subir al ascensor o prefieres que suba contigo por las escaleras? – murmura sonriente y yo ruedo los ojos mientras entro a su lado en el ascensor.
Abre la puerta y se quita la chaqueta de ejecutivo sexy, la cual deja colgada en una de las sillas del salón, se gira y me mira mientras desabrocha los botones de su camisa.
-Voy a pegarme una ducha rápida. Como ya es tarde pensé que podíamos ver alguna película y preparar algo para cenar. A menos de que quieras salir a alguna parte.
-No. Peli y cena es genial – sonrío mientras cojo su chaqueta de la silla y me dirijo hacia la habitación. Él me sonríe antes de frotar su cabello y señalar hacia el baño.
-Bien. Voy a… voy a ducharme.
Asiento sonriendo y una vez en la habitación, algo cae del bolsillo de la chaqueta de Justin. Su teléfono. Suspiro mientras lo recojo y lo coloco encima de la cama de nuestro cuarto.
Mientras cuelgo la percha en el armario, el móvil de Justin vibra.
Lo cojo entre mis manos y no puedo evitar leer el mensaje que sale en la pantalla.
Tú avión hacia Denver, sale mañana a las 11:35.
Trata de estar un poco antes en el aeropuerto, y no llegues tarde como siempre haces.
Sé que los aviones esperan por ti, pero me ahorrarías mucho trabajo.
Hasta mañana. Stephanie.